Los tatuajes se han extendido de tal forma que ya apenas resulta extraño ver a una persona con uno (o varios). Esta práctica, que está cada vez más presente en España, puede causar ciertos problemas de salud, siempre y cuando no se sigan las recomendaciones pertinentes.
Ahora, un estudio realizado en Dinamarca ha advertido de un posible peligro para quienes se hagan un tatuaje. Y es que según este trabajo, que se ha publicado en la revista BMC Health, los tatuajes podrían aumentar el riesgo de cáncer de piel hasta un 62%. Esta es la conclusión a la que han llegado los investigadores después de comparar a 2.367 gemelos nacidos entre 1960 y 1996, así como a 316 en los que uno de ellos había sido diagnosticado de cáncer.
Los resultados también han demostrado que el riesgo de desarrollar cáncer es mayor cuanto más grande sea el tatuaje. Por ejemplo, aquellos que tienen un tamaño más grande que la palma de una mano aumentan un 137% el riesgo de cáncer de piel, mientras que el de linfoma se incrementa en un 173%.
Los autores sugieren que las partículas de tinta que se acumulan en los ganglios linfáticos tras el tatuaje podrían estar desencadenando una inflamación crónica que con el tiempo provoca un crecimiento celular anormal, así como un mayor riesgo de cáncer. Aun así, los propios investigadores reconocen que aún no se sabe si la exposición a la tinta es lo que podría debilitar la función de los ganglios linfáticos.
“Se necesitan más estudios”
Algunos expertos, de hecho, ponen en duda la conclusión a la que llega el citado estudio. El dermatólogo de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y coautor de ‘Las 10 reglas de oro para un tatuaje responsable’, Donís Muñoz, considera que genera “una alarma social totalmente innecesaria”.
Lo primero que ha echado en falta en cuanto ha leído este trabajo es que entre los firmantes no hubiera dermatólogos ni hematólogos para que explicaran qué relación encuentran ellos entre su práctica diaria y los resultados obtenidos. En su caso, tras más de 40 años como dermatólogo, no ha visto ningún paciente en el que un caso de cáncer de piel pudiera estar relacionado con los tatuajes.
Los primeros tatuajes de la historia tienen 5.000 años. En determinadas culturas están tan arraigados que gran parte de su población tiene tatuado prácticamente todo el cuerpo. “En algunos puntos de la Polinesia se tatúan el 80% del cuerpo”, apunta Muñoz, quien se pregunta entonces cómo es que nadie haya investigado acerca de un posible mayor riesgo de linfoma en estas zonas.
Lo cierto es que los estudios que asocian los tatuajes con un mayor riesgo de cáncer son limitados. Para comprobarlo, basta con hacer una búsqueda en Pubmed, la mayor base de datos de estudios médicos, para comprobar que sólo aparecen 172 resultados en los últimos 40 años.
Los más recientes, eso sí, también sugieren que tener tatuajes se asocia con un mayor riesgo de padecer algunos cánceres. Un estudio realizado en Suecia demostró que, independientemente del tamaño, hacerse un tatuaje aumentaba en un 21% el riesgo de desarrollar linfoma. Otro trabajo, publicado el pasado año, concluyó que los tatuajes pueden estar asociados con un mayor riesgo en ciertos subtipos de cáncer hematológico.
En estos dos últimos estudios sí que se reconoce que para establecer la causalidad entre tatuajes y un mayor riesgo de cáncer se necesita más investigación epidemiológica. Una aclaración que Muñoz lamenta no haber encontrado en falta en el estudio realizado con datos de Dinamarca: “A la publicación le falta, como mínimo, concluir que en base a los conocimientos que tenemos se necesitan más trabajos para poder corroborar esta presunta relación entre tatuajes y cáncer”.
La tinta más problemática
Otro de los motivos por los que Muñoz reconoce sus dudas ante este tipo de investigaciones es que no se suelen incluir datos acerca de la tinta con la que se han realizado los tatuajes. Una información que sería de gran utilidad, teniendo en cuenta que la Unión Europea cuenta con una estricta normativa en cuanto al uso de las tintas.
Esta falta de concreción a la hora de realizar los estudios ha provocado que haya algunos estudios adviertan del riesgo que causan los tatuajes en el sistema inmunológico, mientras que en otros la conclusión haya sido completamente opuesta en este sentido. “Cuando se hace un cóctel con los datos puedes encontrar que tengan relación o no”, señala Muñoz.
Esto no significa que la literatura científica acerca de los tatuajes deba darse por concluida. Todo lo contrario. Aún siguen existiendo interrogantes sobre esta práctica tan antigua. Por ejempo, “aunque se sabe que los tatuajes de color rojo causan alrededor del 80% de las reacciones inflamatorias, se desconoce a qué puede deberse“.
Lo que sí parece más claro es que los tatuajes quedarán marcados en la persona más allá de su vida. Y es que como analizó este estudio, publicado hace ya una década con muestras de cadáveres, los ganglios linfáticos presentaban un ennegrecimiento ocasionado por la tinta de los tatuajes. Pero esto no significa que, al menos de momento, la presencia de estos pigmentos pueda causar algún tipo de patología.