viernes, julio 4, 2025

Anzen: ingeniería para garantizar la defensa | Negocios

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La industria europea de la defensa vive una bonanza bursátil a cuenta de promesas. La insistencia casi diaria de Bruselas para impulsar el rearme ha impactado en las cotizaciones en Bolsa de las grandes empresas y así el índice de valores europeos de Bloomberg ligados a la seguridad avanza un 74,9% en el año. Suele ser un sector dominado por gigantes como Rheinmetall o BAE Systems, de altísima capacidad técnica. Pero es en la cadena de suministros de estos colosos de las armas en donde las pequeñas empresas ven un futuro prometedor; sobre todo porque serán el engranaje clave para soportar el crecimiento exponencial que auguran los analistas. Ahí es donde Anzen Engineering ve su potencial. La empresa, con sede en Madrid, se abre paso en la selva de la industria aunando conocimiento, experiencia y redes de trabajo. Fue fundada en 2019 por los jóvenes ingenieros Pablo de la Cruz, Víctor Moyano, Daniel García y Jesús Escudero, y han logrado un crecimiento de la facturación del 50% anual en seis años, con un beneficio antes de impuestos positivo del 15%.

Su abanico de clientes es exigente. Trabajan codo a codo con compañías como Airbus, Safran o Boeing. El grupo facturó 4 millones de euros en 2024 y su plan es triplicar dicha cifra hasta los 12 millones en 2028. El consejero delegado de la compañía, de la Cruz, explica que no hubo una inversión inicial y que comenzaron con lo que tenían: ordenadores y conocimiento. “Lo que facturábamos, lo reinvertíamos”, dice; y confiesa que duró un año entero sin recibir un salario del proyecto. Pero hay matices y lo cierto es no comenzaron de la nada. El grupo de ingenieros se conoció trabajando como consultores para Airbus y fue allí, en el seno de la ingeniería aeroespacial de alto nivel, donde detectaron una clara oportunidad de negocio: la creciente complejidad de los sistemas y el endurecimiento de los requisitos de certificación, que abría un hueco en la industria de la ingeniería especializada y de alto valor añadido.

El capital inicial de Anzen, entonces, fue social. Para este año, de la Cruz explica que el objetivo es facturar 6 millones “sin rondas de inversión, sin deuda, con un crecimiento orgánico y rentable”. El 90% de la facturación del grupo procede de proyectos internacionales, con un 60% de clientes del sector aeroespacial comercial y un 40% del ámbito de defensa. “El mercado local representa el 10% de nuestra facturación y la geografía con más peso en nuestra cartera es EE UU”, puntualiza.

El motor de Anzen es un intangible: conocimiento. Su especialidad es el diseño, el desarrollo y la certificación de sistemas críticos porque, de fallar, comprometen la integridad de una aeronave, un dron o un vehículo militar. Los ingenieros de Anzen trabajan en dos vías: directamente con los fabricantes de plataformas (como Airbus, Boeing o Pilatus) y con los proveedores de sistemas que se integran en esos sistemas. “Estamos en ambos lados de la cadena, lo que nos da una visión completa y una ventaja competitiva en el mercado de la defensa”, explica de la Cruz. Lo resume así: “La delantera en la industria la tiene quien sepa simplificar”.

El equipo de Anzen consta de 60 personas, de nueve nacionalidades. Captan talento joven a través de convenios con universidades y los hacen crecer desde dentro. El caso de un trabajador, Daniel Siguero, es paradigmático: entró como becario, trabajó en proyectos internos, y hoy está en Lucerna, Suiza —Anzen tiene sede también en Washington D. C.—, liderando un proyecto. “Lo que nos permite retener talento no es solo el salario, sino el tipo de proyectos en los que trabajamos, que son escalables”, explica el consejero delegado. “El atractivo también pasa por tener proyectos con exposición internacional, como en Emiratos Árabes Unidos, Francia, Alemania o EE UU”, agrega.

Explorar la soledad

Uno de los proyectos más ambiciosos en los que participa Anzen es Ariel, una misión de la Agencia Espacial Europea liderada por Airbus, cuyo objetivo es analizar la atmósfera de más de 1.000 exoplanetas similares a la Tierra mediante teledetección infrarroja. El satélite, que se lanzará en 2029, busca entender cómo se forman y evolucionan estos mundos lejanos, y qué relación tienen con las estrellas que los albergan. El equipo de Anzen trabaja en el diseño y análisis de seguridad y fiabilidad de los sistemas de la nave —desde la aviónica y el sistema eléctrico, hasta el control térmico y el ordenador a bordo— para garantizar que la misión se desarrolle con los más altos estándares técnicos. “Esta misión complementa misiones como la del telescopio espacial James Webb y podría acercarnos a responder una de las grandes preguntas de la humanidad: ¿Estamos solos en el universo?”, complementa de la Cruz.

Además, Anzen no solo aplica las normas del sector aeronáutico: también las escribe. La compañía es miembro activo de la Organización Europea de Equipos de Aviación Civil (EUROCAE), la agrupación comunitaria que define los estándares técnicos de la aviación. Anzen participa en más de 15 grupos de trabajo que abordan temas de seguridad en drones, aviones o inteligencia artificial. Esa es, quizá, otra de sus fortalezas: “Colaboramos para definir cómo serán los sistemas críticos del futuro. Eso nos posiciona como referentes técnicos a nivel europeo”, sentencia de la Cruz.



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