domingo, julio 6, 2025

Hugo Aguilar: “La mayoría de los comentarios negativos hacia mí parten de que no sé, no sirvo, de que soy indígena”

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El ruido del tráfico del Circuito Interior se cuela hasta la oficina de Hugo Aguilar. En una sexta planta de Ciudad de México, el próximo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha establecido una guarida provisional. Va a ser el segundo indígena en presidir la máxima instancia de justicia del país y nada aquí permite olvidar quién fue el primero. Está en la entrada, con forma de estatua, y en las paredes, donde un periódico enmarcado anuncia a Aguilar como el nuevo Benito Juárez. Este abogado mixteco, de 52 años, se mudará el 1 de septiembre a la Corte, la exclusiva institución que ha tardado casi dos siglos en volver a estar encabezada por un indígena, a pesar de que son el 15% de la población. “Hay un sueño latente, permanente, en los pueblos de estar en las instancias de toma de decisión”, apunta Aguilar, que se reconoce feliz pero con una gran responsabilidad: “Ahora tengo la posibilidad de sostener en la Corte todos los temas que he trabajado a lo largo de 30 años y de imprimirlos en las resoluciones”.

Aguilar es de San Agustín Tlacotepec, una comunidad de mil habitantes de Oaxaca, donde él fue pastor y cultivó la tierra. Hijo de un maestro y una agricultora, revolucionó el derecho indígena en su Estado. Estudió Derecho y defendió a profesores y comuneros perseguidos, asesoró en conflictos agrarios frente al Gobierno. Pasó al Ejecutivo estatal en 2011 y al federal en 2018, con Andrés Manuel López Obrador. Desde ahí, como coordinador de Derechos Indígenas del INPI (el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas), fue el cerebro detrás de las polémicas consultas para los megaproyectos y también reformó la Constitución para proteger a las comunidades como sujeto político.

Ahora, tras haber ganado la elección judicial del 1 de junio y con la mayoría de las preocupaciones de la vida resueltas, dice, se va a volcar en su nueva tarea: “El gran motor de mi vida es cambiar realmente el sistema de justicia, aunque sea un centímetro”. Aguilar reconoce que su familia está preocupada de que vaya a estar “en medio de muchos intereses, muchas inercias”, pero él repite: “Cada decisión, cada hoja, cada letra, cada pensamiento que voy a plantear en la Corte va a ser para mejorar el sistema de justicia de este país, no me anima ningún otro interés, ni económico, ni político, ni social”.

Pregunta. ¿Qué consejo le han dado desde su comunidad para esta etapa?

Respuesta. El gran consejo es que no deje de ser yo, que no permita que me coma lo otro y con lo otro están pensando no solo en el aspecto cultural o social, de que yo me vuelva de la alta sociedad y que ya no regrese al pueblo. No, sino que no me domine la ambición, el dinero, el poder y que mañana sea otro igual como el que estoy ahora sustituyendo.

P. Su lema durante la campaña judicial era: “Un ministro indígena en la Suprema Corte”. Ha llegado a un presidente indígena en la Suprema Corte. ¿Le sorprendió el resultado?

R. Al principio, según mis cálculos, nos alcanzaba para pelear el noveno lugar. Pero conforme íbamos a las regiones, se sumaban cada vez más comunidades. En el segundo mes de campaña pasamos al ámbito urbano. Aquí en la ciudad hice muchas reuniones, del ámbito sindical, con firmas de abogados… Y percibí que la propuesta genuina de cambio en el sistema de justicia les pareció viable y atractiva. Ya en el último tramo dije: “Podemos pelear el primer lugar”. Porque la última encuesta me ponía tercero, pero se había hecho mediante sondeo telefónico y en las comunidades nadie trae celular. Entonces, seguramente nadie respondió. Y yo dije: ahí tenemos un colchón de votos que no están reflejados en la encuesta. Y así fue.

P. Estas semanas se le ha presentado como el elemento que pudo salvar la legitimidad de una elección polémica, muy cuestionada, con una muy baja participación.

R. No estaríamos aquí si no fuera por la reforma. Hace año y medio yo no tenía ninguna posibilidad de ser ministro. Era inimaginable. Me dicen: “Te puso el Ejecutivo”. El Ejecutivo en este Gobierno puso cinco ministros. ¿Por qué no me puso a mí? Con la reforma se me abrió la posibilidad, no solo a mí, a los pueblos también. No sé cómo se mire desde otro ángulo, pero la sola posibilidad de participar como candidato ya era un acto de justicia. Yo no habría sido candidato nunca en mi vida en el otro modelo. Cuando se hizo la reforma, pedimos que se incorporaran acciones afirmativas para que en distritos judiciales mayoritariamente indígenas, hubiera jueces indígenas. No prosperó. Entonces, yo me puse como candidato indígena sin que hubiera base legal. No hay una cuota indígena. Yo lo hice valer porque eso soy. Y todo mundo lo vio viable. Yo no fui a presentarme como el gran jurista, como el constitucionalista con estudios en el extranjero. No. Soy indígena, he estudiado cómo hacer justicia acá y voy a llevar la voz.

P. En los acordeones que distribuyó Morena estaban los nombres de los nuevos nueve integrantes de la Corte. ¿Usted supo que su nombre iba a estar colocado ahí?

R. Sí, me enteré, tengo ahora 40 denuncias, 40 quejas que resolver. Estuve, según unos compañeros que estuvieron revisando, en 160 acordeones o listas. Yo creo que esto de las listas era necesario. Yo mismo hice mi lista el día de la votación. Era difícil.

P. Pero es distinto tipo de lista. Estos acordeones tenían otro tipo de planificación.

R. Claro. Yo sé, porque tengo denuncias de eso. ¿Quién lo hizo? No tengo idea, pero yo estuve en algunos que fueron netamente de pueblos, donde dijeron: “Solo vamos por el 34”.

Guadalupe Taddei y Hugo Aguilar, el 15 de junio.

P. Pero hablamos de acordeones donde estaban los nombres para la Suprema Corte, el Tribunal Electoral, de Disciplina…

R. La lista lo que hacía era facilitarte el trabajo. Es una orientación. Pero yo veo que las reglas del procedimiento tienen que ajustarse porque es inmanejable como está.

P. ¿Para 2027?

R. Sí, para los siguientes. Por ejemplo, hubo un primer momento de prohibición a todas las autoridades de promover el voto. Yo entiendo que una autoridad de nivel federal habla e impacta todo el país y hace uso de recursos públicos. Pero a la autoridad indígena no le llega dinero, lo que dice no impacta más que en su comunidad. Siendo yo el único candidato indígena, ni modo que la propia autoridad de mi pueblo no esté contenta con que vaya su ciudadano. No es lo mismo.

P. Es distinta interpretación de la palabra autoridad.

R. Así es. Y si hubo baja participación es porque no nos permitieron llegar a más.

P. El 3 de junio, la presidenta manifestó que había que esperar a que el INE revisara si había una cuestión de género que marcara quien iba a presidir la Corte [la mujer más votada era la ministra Lenia Batres]. ¿Qué le pareció?

R. Yo estaba confiado de que se ajustara a la norma. La norma constitucional 94 dice: “Preside el que tiene más números de votos”. Y yo dije: “Pues a ver qué interpretación se le da para sostener lo contrario”. Pero ser presidente primero o después no era tan relevante para mí. El tener ya una voz en la Corte, yo tengo capacidad de persuasión, de diálogo, de convencimiento y estoy seguro de que en los temas de los pueblos voy a lograr consensos adentro, voy a convencer a propios y extraños. Esa ha sido mi tarea en 30 años de vida.

P. Aún no es 1 de septiembre, pero ya ha habido una constancia del INE en dos lenguas y ha anunciado una toga que pueda ser bordada. ¿Estos símbolos marcan la llegada de una corte más pluricultural?

R. Para mí esa es la apuesta. Hay que cambiar simbólicamente, hay que cambiar formalismos y hay que cambiar sustancia. Si yo me quedo en el bastón de mando, en la toga, pero mis sentencias son iguales que cualquier otra, pues no hay cambio. Pero si también solo me dedico a las sentencias y no posiciono que hay otras identidades, pues también estaría corto. Vamos a usar la Corte para decirle al país y al mundo que México es pluricultural, que hay otras formas, otros simbolismos. Parece ser que el punto de equilibrio es también toga, pero no la toga tradicional, vamos a innovar con bordados, a ver si con otro diseño. El mensaje que quiero dar es que es válido esto como también es válido lo otro.

P. Va a encabezar una Corte con miles de asuntos pendientes. Y, además, sin salas, que es donde se resuelve mayor número de temas, ¿cómo va a afrontar todo ese rezago?

R. Estoy en eso, estoy en eso. Me dicen que llega mucho tema administrativo y fiscal, pues vamos a encontrar una forma para decir: “Oye, pues eso no importa tanto”. Lo fiscal no es siquiera un derecho. Es una obligación. ¿Por qué la Corte tiene que determinar eso? Determinar un impuesto es a partir de una norma técnica.

P. Pero si los asuntos ya están dentro de la Corte…

R. Debemos encontrar la forma. Nosotros vamos a poner énfasis en derechos humanos, que sí requieren valoración y análisis. Esto otro que requiere aplicación más o menos estricta a la norma, pues yo digo que no necesita mucho debate. Hay que fijar los criterios necesarios, porque la recaudación es un tema de interés público y sí pueden tener relevancia ciertas ambigüedades normativas o antinomias que estén en las leyes fiscales. Esas vamos a resolver. Pero una vez resuelto eso, yo digo que nos vamos a sacudir. A lo mejor estoy mal, estamos en eso, en conocer todo.

P. En las últimas semanas, vimos críticas por su papel en las consultas a los megaproyectos, como el Corredor Transístmico y el Tren Maya. Usted ha explicado que se encargó de crear la metodología de cómo tenía que hacerse la consulta. ¿Cree que se dejó algo a deber a las comunidades?

R. Sí, está en curso el acceso a los beneficios. Para mí es un tema que está pendiente. Obvio, no hay todavía beneficios, es un proyecto que está arrancando, pero eso quedó también claro en la consulta. Una dificultad que teníamos es que si yo voy a consultar a una comunidad concreta, no tengo que inventar el hilo negro, porque ya tiene las reglas definidas. Pero si tengo que consultar a 1.400 comunidades, ¿cuál de todas las formas prevalecen? No hay forma de definirlo. Entonces, yo agarré denominadores comunes.

Hugo Aguilar Ortíz en su oficina.

P. Pero las críticas hacían referencia a las irregularidades que hubo en esas consultas.

R. ¿Cómo qué?

P. Votos con nombres duplicados, personas que habían fallecido y aparecía que habían votado en la consulta…

P. Estás hablando de un polo de desarrollo, eso es otra cosa. O sea, el tren tuvo su consulta y dejamos una salvaguarda. Si más adelante se va a usar un pedazo de terreno, se consulta al dueño de ese terreno y eso es lo que se hizo en el Istmo para crear los Podebi [Polos del Desarrollo para el Bienestar]. Cada Podebi hizo consultas específicas. Ahí no participé yo y ahí hay que revisar si eso ocurrió realmente, porque hasta se puede ir a tribunales, puede estar en duda la validez de la decisión. Pero eso es una cosa diferente a que el diseño de la consulta esté mal. O sea, la implementación de la consulta es donde pudo pasar.

P. Sobre las críticas que ha recibido desde que salió su nombre, ¿cree que hay un componente racista?

R. Totalmente. Se me descalifica por el zapato. Se dice que no tengo la licenciatura… Como es indígena no va a saber conducir la Corte, es indígena no sabe de leyes, es indígena y propone la toga sin haber visto que hay un decreto. La mayoría de los comentarios negativos parten del hecho de que no sé, no sirvo, soy indígena. Eso solamente expresa racismo y clasismo. Para mí tampoco es ajeno. Así he vivido desde que yo entré a la secundaria y al bachillerato. Y yo ya aprendí que esto no me genera ni animadversión ni me disminuye los ánimos. Al contrario, es un incentivo. Además de todos los retos que voy a encarar, también tengo el reto de mostrarle a todos que un indígena tiene la capacidad y el conocimiento para conducir la máxima instancia jurisdiccional de este país.



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