martes, octubre 14, 2025

Quién es Charlie Kirk, el activista ultraconservador asesinado en Utah | Internacional

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Charlie Kirk, el activista ultraconservador y estrecho aliado de Donald Trump asesinado este miércoles en un acto público en una universidad a las afueras de Salt Lake City (Utah), descubrió pronto su pasión por la política y por los valores de la derecha.

Fue en 2010, durante su penúltimo año de secundaria. Tenía 17 años y vivía en un suburbio de Chicago. Probó las mieles del activismo como voluntario para la campaña al Senado de los Estados Unidos del republicano de Illinois Mark Kirk, con el que no guardaba relación familiar. Al año siguiente, escribió para la web ultra Breitbart News, gracias a la que también se dio a conocer Steve Bannon, un texto en el que denunciaba el sesgo progresista en los libros de texto escolares. Esa postura, insólita para un muchacho de su edad, llamó la atención de Fox News, la institución conservadora que más ha definido la vida estadounidense de las últimas décadas. Con los años, Kirk se convertiría en toda una referencia en la cadena televisiva que propulsó por tres veces la carrera de Donald Trump hacia la Casa Blanca. La noticia de su muerte inundó este miércoles de un tono sombrío los platós de la emisora en Nueva York.

Su primera aparición pública ya contenía los principales elementos de la huella que Kirk, fallecido a los 31 años, dejó en el conservadurismo estadounidense: la de una voz clave en el proselitismo juvenil para el movimiento MAGA (Make America Great Again). No era el único joven que saltó al ruedo para acompañar a Trump, pero sí el más influyente, entre otros motivos, por sus dotes para el debate y su aspecto de yerno perfecto.

Poco después de aquel estreno, Kirk fundó Turning Point USA (TPUSA), una organización sin ánimo de lucro, aunque generosamente financiada por hombres poderosos de la derecha, y entonces decididamente original: un lugar en el que los jóvenes podían dar rienda suelta a sus pasiones conservadoras a una edad en la que la mayoría de sus coetáneos profesa pasiones más bien progresistas. Con esa organización, que fue creciendo y ramificándose, pretendía lo que su nombre sugiere en inglés: contribuir al punto de inflexión en el giro conservador de Estados Unidos, esa “revolución del sentido común” que preconizan Trump y los suyos.

Proselitismo ‘Z’

En el triunfo de este el pasado mes de noviembre, ese voto de la generación Z fue esencial, y a Kirk se debe en buena medida haber establecido durante los últimos 15 años el caldo de cultivo necesario. Lo hizo alumbrando un movimiento de base que iba de campus en campus para organizar multitudinarios eventos con los que, a base de exponer ideas provocadoras, ganar nuevos adeptos para la causa MAGA y para la militancia anti-woke.

Como parte de esa agenda, animaba a los estudiantes a denunciar a los profesores sospechosos de esparcir teorías que él consideraba “marxistas” o eso que los republicanos llaman “ideología de género” para denigrar la defensa de los derechos LGTBI+ y, en especial, los del colectivo trans. Con esos mimbres, al activista fue uno de los nombres claves de ese movimiento que ha trabajado con éxito por vender la extrema derecha como un asunto excitante para los hombres jóvenes, un manual de instrucciones surgido made in America del que han tomado buena nota partidos ultras de todo el mundo; de Vox, en España, a las huestes de Nigel Farage, en el Reino Unido.

Trump le devolvió los favores prestados durante la campaña, durante la que batió récords al organizar en tiempo récord un mitin multitudinario para el entonces candidato, dándole un acceso total a su segunda Casa Blanca. No era miembro del gabinete, pero casi: participó, según algunos de los procesos de selección de los futuros colaboradores del nuevo presidente.

Este ordenó que las banderas de todos los edificios federales de Estados Unidos ondearan a media asta para conmemorar su legado, una memoria que honró asimismo el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Kirk, cuya muerte lamentaron también desde la izquierda (de Joe Biden a Kamala Harris o el gobernador Gavin Newsom), ha sido acusado de antisemita, pero Netanyahu lo definió en X como “amigo incondicional de Israel”. “Luchó contra las mentiras y defendió con valentía la civilización judeocristiana”, escribió.

TPUSA tiene, según su propio cálculo, más de 800 sucursales en universidades de todo el país, y cuenta con un presupuesto de unos 40 millones de dólares. En sus eventos, la estrella más deseada era siempre la del propio Kirk, pero no la única: los actos de TPUSA contaban con una frondosa nómina de personalidades MAGA que eran aclamadas como héroes y heroínas de la libertad de expresión, defensores del libre mercado y adalides de la reducción del tamaño del Gobierno.

TPUSA también cuenta con su propio ecosistema de podcasts: entre ellos, The Charlie Kirk Show, donde este impartía su cátedra MAGA, que también recibían sus más 5,4 millones de seguidores en X, que conocían bien sus opiniones extremistas, su retórica xenófoba, sus ganas para la pelea, su incansable señalamiento de ciertas personalidades de la izquierda y su afición por teorías conspirativas y por difundir bulos .

Paradójicamente, su meteórico ascenso tan joven en los círculos republicanos le hizo abandonar la universidad antes de terminarla.

Kirk vivía en Scottsdale, en Arizona, Estado que votó republicano en noviembre gracias en buena medida a él. Estaba casado con Erika Frantzve, de 36 años. Ambos tenían dos hijos, profesaban la fe evangélica y eran orgullosos nacionalistas cristianos. Tras conocer la noticia del disparo de su marido, Frantzve posteó en su cuenta de X un pasaje de la Biblia.

La madre de Kirk trabaja como consejera de salud mental. Su padre es arquitecto. Ambos le sobreviven.



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