Julieta Venegas ha hecho que el dolor de la pérdida o la nostalgia del amor sean más dulces cantándolas a todo pulmón. La artista mexicana se entregó con pasión a un público anhelante en un hermoso concierto sinfónico, junto a la Orquesta de la Universidad de Guanajuato, en el que es uno de los platos fuertes del Festival Internacional Cervantino. La de Tijuana traía con ella una sorpresa: el estreno de una nueva balada, Callaron las canciones, dedicada a una amiga fallecida. Hizo la noche del jueves de la explanada de la Alhóndiga de Granaditas el escenario perfecto para cantar las partidas, los dolores del corazón, ese sentimiento tan hondo que causan las nostalgias, porque recordó que vamos todos en el mismo tren, cometiendo errores y pisando mal. Y los sufrimientos se llevan mejor si son compartidos.
El concierto de Venegas despertó enormes expectativas en esta hermosa ciudad colonial de palacios de vivos colores. El boca a boca sobre su recital se extendió tanto que la víspera centenares de personas hicieron colas para apartar lugares y poder tener un asiento en la Alhóndiga. La tarde del jueves una marea humana esperaba con paciencia a lo largo de varias calles para poder entrar y ver a su amada artista, la que no decepcionó en hora y media de espectáculo, uno hecho con tanta delicadeza que muestra el compromiso de Venegas con su público.
Venegas brilló en el escenario montado en la explanada de este precioso edificio histórico de Guanajuato, construido a finales del siglo XVIII, en tiempos del virreinato, y que fue uno de los primeros escenarios de la lucha por la independencia de México. El recital arrancó potente, con una de sus baladas más conocidas, Ilusión, canción que ya es un clásico de su repertorio y que hizo famosa en su concierto acústico de MTV, en 2008, al lado de la brasileña Marisa Monte. Aquella canción que llora la pérdida de una fantasía activó de inmediato al público que esperó durante una hora a que saliera la cantante al grito de Julieta, Julieta.

La gran sorpresa de la noche fue el estreno de Callaron las canciones, una canción escrita para llorar un duelo, pero también para celebrar la amistad. “Es un estreno. Es una canción de duelo que escribí para una de mis mejores amigas, que se me fue hace ya casi un año y medio, y ella siempre me rodeó de música y ella se rodeó de música, y me parece lindo homenajearla de esta manera”, dijo.
La artista se movía elegante en el escenario al compás marcado por la directora de la orquesta, Inés Martínez, con las adaptaciones de sus canciones más famosas y éxitos recientes. Un reportorio conformado por sonatas que hablan de los impulsos del alma, desde ese cosquilleo del amor reciente, que pide ir a paso lento, ser delicado y esperar para saber si el sentimiento es el correcto, pasando por el despecho y ese aprendizaje de quererse, “porque si tú no supiste quererme, yo me voy a querer”.
Ataviada con un hermoso vestido de tul violeta, Venegas parecía una Victoria alada sobre el escenario, moviéndose grácilmente al ritmo de unos músicos igualmente entregados en una noche espléndida, fresca, despejada. Se dejaba llevar por esa oleada de amor del público, que repetía como un rezo cada una de sus canciones. Quienes no lograron entrar a la Alhóndiga colmaron las calles cercanas y siguieron cada una de las canciones con un único entusiasmo. Su presencia en la ciudad era todo un acontecimiento. Además, en un festival considerado el mayor evento cultural de Latinoamérica, este año con Reino Unido, y su música y su teatro, como país invitado. Acompañada de su mítico acordeón, Venegas demostró por qué es una de las artistas más consagradas de México. Recordó que ese sentimiento tan hondo que causan las nostalgias puede llevarse con entereza cuando se canta a todo pulmón.