miércoles, noviembre 12, 2025

Amable Liñán: la bonhomía de un extraordinario científico | Ciencia

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Nació en 1934, en Noceda, provincia de León, cerca de Puente de Domingo Flórez, Murias y Ponferrada, pueblos en los que tiene dedicada una calle. Ingresó en la Escuela de Ingeniería Aeronáutica y obtuvo una beca del Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica que marcó sus primeros años como investigador bajo la tutoría de Gregorio Millán. La impronta que había dejado una serie de conferencias sobre aerodinámica supersónica impartidas por von Kárman, en 1948, así como las conferencias de 1957 de Millán sobre Aerothermochemistry, fueron inspiraciones decisivas en los inicios de su fructífera carrera. En 1962 obtuvo una beca para el Instituto de Tecnología de California, donde trabajó con Frank Marble. Un grupo de matemáticos de esa universidad había puesto a punto el método de perturbaciones asintóticas singulares, que aplicaba a problemas fluidodinámicos. Liñán trasplantó la técnica a la aerotermoquímica.

En 1966 obtuvo la Cátedra de Mecánica de Fluidos de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos en Madrid, donde desarrolló, durante más de 40 años, una intensa labor docente y científica, con visitas constantes a diversas universidades norteamericanas y europeas. Lideró contratos de investigación con muchos organismos de Estados Unidos, atrajo reuniones internacionales, promovió numerosos proyectos europeos y españoles y apoyó la creación de institutos de investigación en diversas universidades españolas.

Las primeras tesis doctorales que dirigió datan de 1977, la última, a sus 81 años, de 2015. Liñán fue fundador de una escuela española de mecánica de fluidos, matemática aplicada y combustión. Los docentes e investigadores de su escuela han ocupado, y ocupan, puestos relevantes en importantes centros de España y del mundo, en campos como Mecánica de Fluidos, Combustión, Bioingeniería, Medio Ambiente, Aeronáutica y Espacio.

Liñán fue un experto mundial en Mecánica de Fluidos con reacciones químicas y en procesos de combustión. Extrajo riquísima información de las ecuaciones matemáticas que gobiernan los procesos de convección-difusión-reacción para poder utilizarla, por ejemplo, en el diseño de turbinas de gas para generar electricidad o propulsar aviones o en la predicción de la propagación de incendios. Del caudaloso manantial científico alumbrado por Amable fluyen profundos análisis de la estructura asintótica de llamas de difusión, ignición, extinción y llamas triples. Junto con Zeldovich, en Rusia, Liñán puede ser considerado el mejor teórico del siglo XX en el campo de la combustión. Aunó un profundo conocimiento matemático y una intuición física portentosa, complementados con una desbordante imaginación. Un sólido conocimiento científico era, en su opinión, la base creativa a la que la imaginación puede dar alas, aunque “la imaginación”, decía, “no puede nunca anteponerse al conocimiento”.

Liñán fue objeto de numerosos reconocimientos. Fue miembro de las Reales Academias de Ciencias (desde 1991), y de Ingeniería de España (1994), Correspondiente Extranjero de las Academias de Ciencias de Francia, de México, y de la Academia Nacional de Ingeniería de los EEUU. Recibió numerosas distinciones, entre las que destacan el Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica (1993) y la Medalla Zeldovich (1994), máxima distinción internacional en el campo de la combustión. El pasado 30 de octubre, el Instituto Cervantes le rindió homenaje al depositar algunas de sus obras en una de las famosas Cajas de las Letras.

Fue nombrado doctor honoris causa por las Universidades Carlos III de Madrid (1994), de Zaragoza (1999), Politécnica de Cataluña (en 2004), Politécnica de Valencia (en 2005), ciudad donde también tiene dedicada una calle, Santiago de Compostela (2014) y Complutense de Madrid (2025). Obtuvo el Premio Castilla y León de Investigación Científica y Técnica en 1995 y el Premio de Investigación Miguel Catalán de la Comunidad de Madrid en 2007.

Liñán nos enriqueció con su sabiduría. Fue un gigante científico sobre cuyos hombros se han aupado varias generaciones de docentes e investigadores del mundo para desentrañar algunos secretos de la naturaleza. Liñán perturbó singularmente y diseccionó llamas que siguen, y seguirán, alumbrando a la humanidad durante mucho tiempo. Su ejemplo será siempre un estímulo para hacernos mejores, en conocimiento y en valores.

Jesús Ildefonso Díaz es miembro de la Real Academia de Ciencias; César Dopazo, Real Academia de Ingenieria; y Javier Jiménez Sendín, de Real Academia de Ciencias y la Real Academia de Ingeniería.



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