Saltar al vacío desde las alturas, atravesar cristales, conducir vehículos a toda velocidad o rodar por unas escaleras en llamas. Escenas trepidantes que parecen sacadas de un videojuego, pero que cobran vida en la gran pantalla gracias a un selecto grupo de profesionales: los especialistas (o dobles) en escenas de acción. Son trabajadores que han nacido para la adrenalina, capaces de ejecutar maniobras extremas con una precisión quirúrgica. Gracias a sus actuaciones, las películas de acción no pasan de moda. El claro ejemplo es Misión imposible: Sentencia final, que ha recaudado 190 millones de dólares a escala mundial en el fin de semana de su estreno. Parte del éxito de estas cintas se debe a los que ponen el cuerpo para grabar escenas imposibles.
Pero detrás de cada salto, explosión o pelea se oculta una verdad menos glamurosa: fracturas por caídas mal calculadas, quemaduras y, en algunos casos, incluso, la muerte. En 2002, Harry O’Connor, doble de Vin Diesel en xXx: Reactivado, murió al estrellarse contra un puente mientras realizaba un salto en paracaídas. David Holmes, especialista de Daniel Radcliffe en la saga de Harry Potter, quedó en silla de ruedas tras un accidente en el set de Harry Potter y las reliquias de la muerte (2010) que le causó una lesión irreversible en la médula espinal. En 2014, Olivia Jackson, especialista en la película Resident Evil: El capítulo final, sufrió heridas tan graves que acabaron con la amputación de un brazo. Poco más tarde, en 2017, la industria también quedó conmocionada por la muerte de la doble de acción Joi SJ Harris durante el rodaje de Deadpool 2.
La profesión de estos especialistas es tan peligrosa como necesaria. “En la actualidad no hay casi ninguna película o serie de televisión donde los especialistas no sean imprescindibles”, afirma Ángel Plana, experto con más de 30 años de experiencia rodando escenas de riesgo y dueño de su propia escuela de especialistas. Plana asegura que, hoy en día, los dobles de acción hacen mucho más que ejecutar escenas de riesgo. También sustituyen a los actores principales en secuencias aparentemente sencillas, como conducir un coche, una moto o una bicicleta. ¿La razón? “Las productoras no pueden permitir que los actores tengan un leve accidente que paralice la producción”.
Los especialistas no son de hierro, y también necesitan unas condiciones mínimas de seguridad. Su trabajo implica un riesgo extremo, pero no existe una normativa específica que los ampare. “El marco regulatorio es el mismo que el de cualquier trabajador: Estatuto de los Trabajadores, leyes laborales y convenios colectivos”, explica Iban Díez, socio de Menta Legal. Sin embargo, y a diferencia de otras profesiones, ser doble de acción implica un nivel de riesgo tan elevado que obliga a las productoras a extremar las medidas de prevención. “Se suele exigir un informe previo de cada escena que se va a rodar, en el que se detallen todos los riesgos existentes y las medidas adoptadas para mitigarlos o eliminarlos”, confirma Díez. Ese informe es esencial para cubrir los daños en caso de incidente.
Para participar en una producción, los dobles de acción “deben estar dados de alta en la Seguridad Social y contar con la formación necesaria previa a la ejecución de cualquier escena de riesgo”, señalan las abogadas de Singular Law Sara Gutiérrez e Isabella Penélope. Los contratos también incluyen cláusulas que obligan a la productora a garantizar condiciones de seguridad y contar con figuras como los coordinadores de acción y equipos de protección.
Luces, cámara y… protección
Tampoco existe una norma concreta que estipule las medidas de seguridad específicas que las productoras deben seguir para garantizar la protección de los especialistas. Por ello, Ángel Plana redactó su propio Manual de prevención de riesgos laborales en la profesión de especialista de cine y doble de acción para el sector audiovisual, un documento que utilizan las productoras para fijar las medidas de seguridad adecuadas para cada escena según el nivel de riesgo. Entre ellas se incluye la obligación de disponer de elementos de protección, una ambulancia preparada en caso de accidente y un equipo de bomberos para las escenas con fuego. Además, según el manual, es obligatorio que los dobles de acción realicen calentamientos antes de ejecutar cualquier acción.
Las productoras también están obligadas a suscribir un seguro para proteger a sus especialistas. Al tratarse de un oficio peculiar con unas condiciones extremas, “todo rodaje y toda productora debe contar siempre con seguro de responsabilidad civil, que cubre daños a terceros, incluidos los dobles de riesgo”, afirma Iban Díez. En dichas pólizas, añaden las abogadas de Singular Law, se incluyen coberturas de lesiones o fallecimiento de dobles, coordinadores y técnicos involucrados en escenas físicamente exigentes. El documento también suele incluir las condiciones para activar la cobertura, como la presentación de parte médico o certificado de accidente laboral.
Aunque lo más común, expone Ángel Plana, es que los dobles “desconozcan los términos de estos seguros”. En su experiencia, a la hora de firmar un contrato con una productora, “jamás he hablado de ninguna clase de seguro específico para las secuencias de riesgo o para los especialistas, aunque sé que existen seguros que cubren la producción entera, pero nunca se especifica en caso de accidente de un especialista”, asegura. En caso de que un doble sufra un percance grave y haya pleito, comenta, es el juez quien estima en última instancia quién es responsable del incidente y fija una indemnización económica si lo considera oportuno.
Sin reconocimiento
“El especialista de cine no existe como profesión”, afirma Ángel Plana, experto con más de 30 años de experiencia rodando escenas de riesgo y dueño de su propia escuela de especialistas. “Nos incluyen dentro del grupo de artistas de circo y toreros, pero no tenemos nada que ver con ellos”, añade. Tampoco tienen convenio colectivo o sindicato, a diferencia de los actores. El especialista reconoce que han luchado para que se reconozcan unos sueldos mínimos, pero la realidad es que no hay nada establecido y las productoras “llaman al que trabaja gratis porque necesita darse a conocer”, aunque, afirma, es cuestión de tiempo que eso cambie. “Los especialistas se juegan la vida y se merecen un poco de reconocimiento”, defiende.