Si lo piensas, no tiene ningún sentido que Titanic acabara con una canción pop. Al propio James Cameron le parecía absolutamente aberrante que un drama así finalizara con un tema cantado por Celine Dion (bueno, originalmente por Sissel Kyrkjebø), pero los ejecutivos, que habían apostado un dineral por la película, insistieron, y el director no tuvo más remedio, después de escuchar la demo de My heart will go on, que aceptarla dentro de la cinta… aunque su mayor preocupación era que le llamaran comercial. Preocupaciones de director, supongo.
My Dion will go on
Es cierto que Cameron puso mucho de sí mismo dentro de la película como para que le acusaran de un simple pesetero. Por ejemplo, incluyó tantas historias reales de la tragedia como pudo, incluso aunque fuera en pequeños papeles de segundos de duración, como para balancear que ninguno de los dos protagonistas existió en la vida real (y si existió alguien con ese nombre, jamás se subió al barco).
Es el caso de Noël Leslie, la condesa de Rothes, que en la película tiene un papel secundario y está interpretada por Rochelle Rose. Sin embargo, esta mujer que aparece teniendo remilgos hacia las clases inferiores y que pregunta por qué ha parado el motor fue una heroína en la vida real que salvó a varias personas tras ser rescatada en el octavo bote salvavidas. Pronto se erigió como la líder del barco, salvó a algunos supervivientes más y se dedicó a remar, reconfortar a los que habían perdido a sus seres queridos y animar al resto de mujeres hasta que fueron rescatados por el RMS Carpathia.
Su labor no acabó ahí: una vez en el Carpathia lo dio todo para cuidad a las mujeres y los niños que quedaron atrás, y fue tal su entrega que más adelante le regalaron el número del bote salvavidas en el que navegó. Obviamente no todas las historias cabían en Titanic, pero se agradece que Cameron nos pusiera en la búsqueda de su historia. Definitivamente, our heart will go on.