El incremento arancelario impulsado por Estados Unidos desde el inicio de la segunda Administración de Donald Trump no tiene precedentes. Al menos en el último siglo, no se había registrado un ajuste tan abrupto, en un plazo tan corto y con una implementación tan errática en materia comercial.
La singularidad de los cambios y la imprevisibilidad del proceso decisorio generan una incertidumbre comparable a la observada al inicio de la pandemia del coronavirus. La gran diferencia, claro está, es que el choque actual es autoimpuesto.
Todo esto complica la estimación de los efectos de los nuevos aranceles sobre la economía global. Asimismo, a partir de datos históricos y modelos estadísticos, BBVA Research ha realizado una serie de ejercicios para entender las consecuencias del giro proteccionista.
Bajo el supuesto de que los gravámenes se mantengan en los niveles actuales —lo que implica un aumento de unos 13 puntos porcentuales del arancel medio de Estados Unidos (que ascendería a 28 si se aplicaran los incrementos anunciados pero hoy en pausa)—, las simulaciones sugieren que el comercio mundial podría reducirse en torno a un 4% en los próximos años, con caídas superiores al 10% en los flujos de exportaciones e importaciones de Estados Unidos. Aunque en el corto plazo las compras externas caerían más que las ventas, generando una mejora del saldo comercial, con el tiempo ambos flujos convergerían, anulando el efecto positivo sobre las cuentas externas estadounidenses.
El impacto sobre el PIB global se ubicaría entre dos y cinco décimas de menor crecimiento en el corto plazo. A los efectos directos sobre los costes de producción se añadirían otros indirectos, como los generados por el aumento de la incertidumbre y la volatilidad financiera. Además, las consecuencias podrían intensificarse en el mediano y largo plazo, principalmente si el choque no se mitiga con otras políticas o si emergen dinámicas no lineales, como la desconfiguración de las cadenas globales de valor o el debilitamiento de las instituciones multilaterales de comercio.
Pese a que los principales socios comerciales de Estados Unidos podrían estar entre los más perjudicados, el mayor coste recaería probablemente sobre la propia economía estadounidense. El país norteamericano sería golpeado tanto por el impacto negativo de sus tarifas, como por las represalias de otros países. Las simulaciones apuntan a un repunte de la inflación, y a una posible contracción de entre un par de décimas y un punto porcentual en el corto plazo, y potencialmente de mayor magnitud en el largo. Adicionalmente, la escalada arancelaria, entre otros factores, amenaza la excepcionalidad económica del país y cuestiona el papel dominante del dólar como divisa de referencia global.
La política comercial de Estados Unidos evoca la lógica del daño autoinfligido en nombre de una victoria ilusoria.