sábado, octubre 25, 2025

Celtas al ritmo de fandango en el Festival Cervantino

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La riqueza rítmica jarocha y la fuerza ancestral de la música celta se encontraron la noche del viernes en Guanajuato, en uno de los espectáculos más potentes del Festival Cervantino. Pareciera que dos regiones tan distantes tienen poco en común, pero los músicos del Reino Unido y de Veracruz crearon en la Alhóndiga de Granaditas una memorable mezcla de sonidos, bailes e instrumentos musicales y desplegaron tal energía que la gala cautivó por su originalidad a un público totalmente entregado y sorprendido. El fandango celta, como llamaron los organizadores a esta presentación memorable, se repetirá en enero en Edimburgo.

“Estamos hablando de dos géneros musicales que aparentemente son tan diferentes, pero todo fluyó perfecto”, dice María García Holley, directora de Artes y culturas del British council, la institución británica encargada de curar el programa que el Reino Unido ha traído al Cervantino como país invitado. “Es impresionante el respeto que tenía un género por el otro género, los artistas por los otros; fue una cosa sumamente conmovedora para todo el público”, comenta.

Si la magia existe, fue lo que hicieron los músicos mexicanos y británicos en la Alhóndiga. La coincidencia de violines, cuerdas, arpas, acordeones y gaitas de Irlanda, Escocia y el sur de Veracruz creó una fusión musical inédita, en una representación que reunió a catorce intérpretes de ambos lados del océano. Los músicos de Escocia forman parte de Celtic Connections, el festival más importante de música folk de Glasgow, y la selección de los intérpretes estuvo a cargo de Donald Shaw, director creativo del festival. Aterrizaron en Guanajuato con instrumentos tradicionales como la gaita y el arpa, además de bajo, guitarra, violín y voz gaélica.

De parte de México, la selección estuvo a cargo de José Duarte, multiinstrumentista que ha trabajado con las más importantes orquestas sinfónicas de este país. Él creó los arreglos para la función, en la que cada pieza era una especie de dueto perfectamente acoplado: los de Veracruz tocaban su son jarocho seguido de la potencia ancestral de la música celta. Duarte es fundador del conjunto “Bran Dúo”, que se dedica a la difusión y adaptación de música tradicional del repertorio celta. El resultado del viernes fue tan potente que el público reunido en una Alhóndiga de Granaditas bailó y ovacionó esta fusión única.

“Este proyecto surge desde 2019. En el British Council queríamos hacer un proyecto que se llamara Sones para la Paz, en donde trabajábamos con comunidades afectadas por la violencia en Veracruz, y lo queríamos hacer a través de tender puentes con el arte”, explica García Holley. “Desafortunadamente, llegó la pandemia y tuvimos que pararlo, pero cuando empezamos a trabajar como el país de honor en el Cervantino y nos enteramos de que Veracruz iba a ser el Estado invitado, dijimos: “Es el momento de revivir este proyecto tan potente. Hemos aprendido que las coincidencias son mucho más de las que imaginábamos en un principio. La asimetría que hay en instrumentos, el arpa jarocha con el arpa celta, el bandoneón del fandango con el acordeón celta, el fero celta con los violines jarochos y los violines del fandango han hecho una colaboración espectacular”, agrega.

Espectacular fue la presentación, en efecto. La bailarina Mariel Henry, encargada de poner los pasos sobre la tarima jarocha, brilló con su canto apasionado, interpretando música veracruzana y celta, desde la bamba con su explosión de sonidos festivos hasta la dulzura de un canto de cuna antiquísimo, interpretado al lado de una cantante escocesa, en una mezcla vibrante de tradición e innovación. La noche del viernes los espectadores tuvieron el privilegio de ver un espectáculo único, que entrelazó dos tradiciones vivas: la riqueza de las raíces mexicanas y la fuerza ancestral de la música celta, sin que importara el idioma, porque la música fue la lengua común. Serán los escoceses los próximos privilegiados cuando este fandango celta se presente de nuevo en enero en Edimburgo.



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