Una de las novelas que cambió el panorama literario en México y Latinoamérica fue «Pedro Páramo«; escrita en 1955 por Juan Rulfo, este libro se convirtió en una de las lecturas indispensables y más significativas para nuestro país, pues la manera en la que el realismo mágico nos transporta a los escenarios que Rulfo vio en su mente, hace que casi podamos tocar a los personajes que viven entre las páginas.
Es por ello que la reciente adaptación cinematográfica de «Pedro Páramo«, despertó un gran interés desde que el director, Rodrigo Prieto, anunció que se encontraba trabajando en este ambicioso proyecto, pero no fue hasta su estreno (el pasado 6 de noviembre) que Netflix pudo ser testigo del furor que la historia clásica sigue causando en las nuevas generaciones y en quienes pudieron ver las otras 2 entregas anteriores (1967 y 1977).
De esta forma, en esta tercera entrega ha sido producida por Netflix hay un detalle que resalta por sobre todas las cosas, pues en la película parece ser que Comala fue imitado a la perfección, retratando cómo es la vida dentro del libro y materializando los escenarios escritos por Rulfo. Ésto ha causado dudas entre las y los espectadores, quienes no pran de especular cuáles son los lugares donde se grabó «Pedro Páramo«.
¿Dónde se grabó la nueva película de «Pedro Páramo»?
Así, se dio a conocer que la obra maestra de la literatura mexicana escrita por Juan Rulfo llevó a elenco hasta San Luis Potosí y esta elección se basó en su riqueza histórica y arquitectónica, características que logran recrear la atmósfera de misticismo, desesperanza y realismo mágico que envuelve la novela.
Según fuentes oficiales, la búsqueda de un lugar que capturara la esencia de Comala llevó al equipo de producción a San Luis Potosí, un estado con un patrimonio cultural y arquitectónico impresionante. Más específicamente, las exhaciendas de Bledos y Carranco fueron los principales escenarios seleccionados para representar el mundo desolado y fantasmagórico descrito por Rulfo. Este territorio, lleno de historias y leyendas, encaja a la perfección con el universo de Pedro Páramo, donde los muertos y los vivos coexisten en una narrativa atemporal.
La decisión de Rodrigo Prieto de filmar en San Luis Potosí no solo es una estrategia estética, sino también un homenaje a la historia y la cultura mexicana. La región, aunque no es tan popular entre los turistas como otros destinos en México, posee una belleza particular que la hace ideal para este tipo de proyectos cinematográficos. Este rodaje ha puesto en el mapa a lugares como Villa de Reyes y sus exhaciendas, resaltando su valor no solo como vestigios históricos, sino como escenarios que encapsulan la esencia de la narrativa rural mexicana.
Haciendas en San Luis Potosí, un tesoro colonial
Uno de los ejes centrales en la filmación de «Pedro Páramo» fue la Hacienda de Bledos, ubicada en el municipio de Villa de Reyes; este lugar colonial data del siglo XVI y ha conservado elementos arquitectónicos originales, como su iglesia, que alberga uno de los pocos retablos barrocos que han perdurado hasta la actualidad. Estos detalles ofrecen un marco visual impactante que complementa la naturaleza sombría de la historia.
Por su parte, la región de Villa de Reyes es conocida por sus vastos campos y fuentes de agua natural, entre las que destaca el manantial La Ciénega de los Bledos, que ha nutrido la zona desde tiempos inmemoriales. Este elemento no solo aporta realismo a la producción, sino que también resuena con las descripciones que Rulfo hace de un Comala seco y al borde del abandono, donde la sequía es tanto física como espiritual.
La historia de las haciendas de Villa de Reyes es fascinante y compleja ya que durante la época colonial, estas estructuras funcionaban como centros de producción agrícola y ganadera, motor económico de la región. La Hacienda de Bledos fue concedida a Francisco Cárdenas en 1596 y ha sido testigo de múltiples eventos históricos, incluyendo enfrentamientos con pueblos originarios, como los chichimecas; esta riqueza histórica añade una capa de autenticidad al filme, al conectar los ecos de un pasado real con la ficción literaria de Rulfo.
Así mismo, la Hacienda de Carranco también jugó un papel destacado en la producción, pues aunque no es tan célebre como Bledos, su arquitectura y entorno contribuyeron a completar la visión que el director buscaba para ambientar la adaptación. Carranco, como muchas otras haciendas de la región, se caracteriza por su estructura imponente y la sensación de abandono que emana, un paralelismo directo con los escenarios narrativos de Pedro Páramo.
Esto demuestra como el cine tiene la capacidad de resucitar historias olvidadas y presentarlas bajo una nueva luz, y en este caso, la elección de San Luis Potosí revaloriza un patrimonio cultural que ha permanecido en segundo plano, mientras introduce a nuevas generaciones a la complejidad de la literatura de Juan Rulfo. Las escenas filmadas en la Hacienda de Bledos y Carranco capturan la textura visual de un México que ha sabido guardar sus secretos y, a la vez, revelarlos al mundo a través de las artes.
A pesar del hermoso resultado de la cinta, el proceso de filmación en San Luis Potosí implicó meses de investigación y trabajo logístico, pues las dificultades para acceder a algunas de las haciendas y la necesidad de adaptar los espacios a las necesidades de la producción supusieron retos importantes.
Sin embargo, el resultado ha sido una representación visual que respeta y honra la obra original; Rodrigo Prieto y su equipo han trabajado con expertos en historia y arquitectura para asegurarse de que cada detalle, desde la vestimenta hasta la ambientación, fuera lo más fiel posible a la época y al contexto de la novela.
Una novela mexicana que trasciende fronteras
«Pedro Páramo» ha sido traducida a decenas de idiomas y es considerada una obra pionera del realismo mágico, influenciando a escritores de la talla de Gabriel García Márquez. La historia sigue a Juan Preciado, quien viaja a Comala para cumplir la promesa hecha a su madre de buscar a su padre, Pedro Páramo. Lo que encuentra es un pueblo habitado por fantasmas y memorias, una representación metafórica de la opresión y la soledad.
Es así como la filmación en San Luis Potosí no solo busca hacer justicia a la historia, sino también conectar al espectador con el México profundo, lleno de contrastes y narrativas no contadas. La arquitectura de las haciendas, junto con el paisaje árido y las historias que las rodean, crean un escenario que parece haber salido directamente de las páginas de la novela.
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