domingo, diciembre 28, 2025

Descifrando a Warren Buffett en sus 15 mejores cartas: “Somos temerosos cuando los demás son codiciosos y codiciosos solo cuando los demás son temerosos” | Negocios

Share


Warren Buffett es un mito viviente en el mundo de la inversión. Otros gestores han sido estrellas más o menos fugaces del parqué, pero nadie puede presumir de una hoja de servicios tan consistente. Entre 1965, año en que se hizo con el control de Berkshire Hathaway, y 2024 logró una rentabilidad anual compuesta del 19%, batiendo con gran holgura al S&P 500, que en este mismo periodo rentó solo un 10,4% anual.

Sin embargo, más allá de las cifras, lo que ha elevado la figura del oráculo de Omaha (ciudad del Estado de Nebraska donde está la sede de la compañía) en una especie de santo laico de las finanzas es su personalidad y un estilo de inversión al que ha sido fiel durante casi seis décadas. Su visión del mundo y del mercado han quedado plasmadas en las cartas escritas a sus accionistas. Los numerosos discípulos que tiene en todo el mundo suelen revisitar esta relación epistolar en busca de inspiración.

Buffett ha perfeccionado el denominado value investing (inversión en valor) que inventó su maestro, Benjamin Graham. Esta filosofía puede resumirse en comprar acciones de buenas compañías que estén infravaloradas y hacerlo siempre con una visión de largo plazo. Entrar solo en negocios que era capaz de entender, con buenos flujos de caja y poca deuda, en sectores con barreras de entrada a nuevos competidores, y dirigidos por gestores consolidados son algunas de las máximas que ha seguido a rajatabla. EL PAÍS ha hecho una selección de algunos pasajes de sus cartas a los accionistas de Berkshire Hathaway que mejor reflejan la personalidad del oráculo.

  • Baño de humildad para las aseguradoras (1977)

“Las compañías de seguros ofrecen pólizas estandarizadas que pueden ser copiadas por cualquiera. Sus únicos productos son promesas. No hay ventajas competitivas importantes en este negocio y existe muy poca diferenciación por parte de los consumidores que permita distanciarse de los rivales. Es habitual que en los informes anuales de las empresas se destaque la diferencia que marcan las personas. A veces es cierto y otras veces no. Pero no hay duda de que la naturaleza del negocio de los seguros magnifica el efecto que los directivos tienen en el rendimiento de la empresa”.

  • En favor de la recompra de acciones (1979)

“Un uso del exceso de capital que acogemos con especial entusiasmo cuando lo practican empresas donde tenemos una participación es la recompra de sus propias acciones. El razonamiento es sencillo: si una buena empresa cotiza en el mercado por mucho menos que su valor intrínseco, ¿qué utilización del capital más segura y más rentable puede haber que una ampliación significativa de los intereses de todos los propietarios a ese precio de ganga?”.

  • Sobrepagar en las opas o el peligro de besar a un sapo (1982)

“Muchos directivos, durante su infancia, se creyeron la historia según la cual un apuesto príncipe encarcelado es liberado del cuerpo de un sapo por el beso de una bella princesa. Ahora son ellos los que se creen que sus besos harán milagros. Solo ese optimismo explica que traten de convencer a sus accionistas de que hay que pagar por una compañía rival el doble de su precio actual de mercado. En otras palabras, los inversores siempre pueden comprar sapos al precio vigente de los sapos. Si, en cambio, los inversores financian a princesas que desean pagar el doble por el derecho a besar al sapo, más vale que esos besos tengan algo de dinamita. Hemos observado muchos besos, pero muy pocos milagros”.

  • El miedo y la codicia (1987)

“Los brotes ocasionales de esas dos enfermedades supercontagiosas, el miedo y la codicia, siempre se darán en la comunidad inversora. El momento en que se producirán estas epidemias es impredecible. Y las aberraciones del mercado que provocan son igualmente impredecibles, tanto en duración como en intensidad. Por lo tanto, nunca intentamos anticipar la llegada o la desaparición de ninguna de estas epidemias. Nuestro objetivo es más modesto: simplemente intentamos ser temerosos cuando los demás son codiciosos y ser codiciosos solo cuando los demás son temerosos”.

  • ¿Quién se está bañando desnudo? (1993)

“El huracán Andrew destruyó algunas pequeñas aseguradoras. Más allá de eso, hizo que algunas empresas más grandes se dieran cuenta de que su protección de reaseguro contra catástrofes estaba lejos de ser adecuada. Y es que solo cuando baja la marea se ve quién estaba nadando desnudo”.

  • Cuidado con sacar demasiado pecho (1998)

“En un mercado alcista, hay que evitar el error del pato presumido que grazna con orgullo tras una tormenta torrencial, pensando que sus habilidades para nadar le han llevado a ascender en el mundo. Un pato sensato compararía, en cambio, su posición tras el aguacero con la de los demás patos del estanque. Aunque el año pasado nosotros remamos con furia, los patos pasivos que simplemente invirtieron en el índice S&P subieron casi tan rápido como nosotros”.

“Incluso el inspector Clouseau podría encontrar al culpable del mal rendimiento de Berkshire Hathaway: su presidente. En 1999, mi nota, sin duda, fue un aprobado raspado. La responsabilidad del rendimiento inferior al esperado es totalmente mía”.

  • Armas de destrucción masiva (2003)

“Charlie [Munger, su socio histórico en la compañía] y yo creemos que Berkshire debe ser una fortaleza caracterizada por la solidez financiera. Y lo debe ser por el bien de nuestros propietarios, acreedores, asegurados y empleados. Intentamos estar alerta ante cualquier tipo de riesgos y esa postura nos hace sentir gran aprensión ante la creciente cantidad de contratos de derivados a largo plazo que hay en el mercado y la enorme cantidad de cuentas por cobrar sin garantía que están aumentando paralelamente. En nuestra opinión, los derivados son armas financieras de destrucción masiva que entrañan peligros que, aunque ahora son latentes, pueden ser letales”.

  • Un deseo irrefrenable de derribar aviones (2008)

“El peor tipo de negocio es aquel que crece rápidamente, requiere un capital significativo para generar ese crecimiento y luego gana poco o nada de dinero. Pensemos en las aerolíneas. En este sector, desde los tiempos de los hermanos Wright, ha resultado difícil conseguir una ventaja competitiva duradera. De hecho, si un capitalista con visión de futuro hubiera estado presente en Kitty Hawk [localidad de Carolina del Norte], habría hecho un gran favor a sus sucesores al derribar a Orville (Wright, uno de los hermanos pioneros de la aviación que, junto a su hermano Wilbur, logró los primeros vuelos exitosos de un avión motorizado en 1903]. La demanda de capital del sector aéreo desde aquel primer vuelo ha sido insaciable. Los inversores han invertido en un pozo sin fondo, atraídos por el crecimiento cuando deberían haberse sentido repelidos por él”.

  • Burbujas, necios y sabios (2012)

“En los últimos 15 años, tanto las acciones de internet como el sector inmobiliario han demostrado los extraordinarios excesos que pueden crearse al combinar una tesis inicialmente sensata con precios al alza muy convenientemente jaleados. En estas burbujas, un ejército de inversores inicialmente escépticos sucumbió a la prueba que ofrecía el mercado, y el número de compradores, durante un tiempo, se amplió lo suficiente como para mantener el tren en marcha. Pero las burbujas que crecen demasiado inevitablemente acaban estallando. Y entonces se confirma una vez más el viejo proverbio: lo que el sabio hace al principio, el necio lo hace al final”.

  • Aún no estoy preparado para Tinder (2016)

“Nada rivaliza con el sistema de mercado capitalista a la hora de producir lo que la gente quiere, y menos aún a la hora de ofrecer lo que la gente aún no sabe que quiere. Mis padres, cuando eran jóvenes, no podían imaginar un televisor, ni yo, a mis 50 años, pensaba que necesitaba un ordenador personal. Ambos productos, una vez que la gente vio lo que podían hacer, revolucionaron rápidamente sus vidas. Sin ir más lejos, ahora paso 10 horas a la semana jugando al bridge online. Sin embargo, no estoy listo para Tinder”.

  • Si llueve oro, saquemos un cubo (2017)

“Charlie y yo no tenemos ningún plan mágico para aumentar los ingresos, salvo soñar a lo grande y estar preparados mental y financieramente para actuar con rapidez cuando se presenten las oportunidades. Cada década más o menos, nubes oscuras cubren el cielo económico y llueve oro durante un breve periodo de tiempo. Cuando se producen aguaceros de ese tipo, es imprescindible que salgamos corriendo al exterior con cubos, no con cucharillas”.

  • Nunca iría a ‘Bailando con las estrellas’ (2019)

“Casi todos los directivos que he conocido a lo largo de los años han sido personas decentes, agradables e inteligentes. Vestían bien, eran buenos vecinos y excelentes ciudadanos. He disfrutado de su compañía. Sin embargo, muchos de estos buenos seres humanos son personas a las que nunca habría elegido para gestionar asuntos de dinero o negocios. Simplemente no era lo suyo. Ellos, a su vez, nunca me habrían pedido ayuda para extraerles una muela, decorar su casa o mejorar su swing de golf. Es más, si alguna vez me eligieran para aparecer en el programa Bailando con las estrellas, buscaría inmediatamente refugio en el Programa de Protección de Testigos. Todos somos unos inútiles en una cosa u otra. Para la mayoría de nosotros, la lista es larga. Lo importante es reconocer que, si eres Bobby Fischer, solo debes jugar al ajedrez por dinero”.

  • De hamburguesas, coca-colas y monos (2020)

“En 1958, Phil Fisher escribió un magnífico libro sobre inversión. En él comparaba la dirección de una empresa cotizada con la gestión de un restaurante. Si buscas comensales, decía, puedes atraer una clientela y prosperar ofreciendo hamburguesas con coca-cola o cocina francesa acompañada de vinos exóticos. Pero no se debe, advirtió Fisher, cambiar caprichosamente de una a otra: su mensaje a los clientes potenciales tiene que ser coherente con lo que encontrarán al entrar en su local. En Berkshire llevamos 56 años sirviendo hamburguesas y coca-cola. Y apreciamos a la clientela que esta comida nos ha atraído. Las decenas de millones de inversores y especuladores de Estados Unidos y otros países tienen una gran variedad de opciones de renta variable que se ajustan a sus gustos. Muchos de esos inversores lo harán bastante bien. Al fin y al cabo, ser propietario de acciones es un juego de suma positiva. De hecho, un mono paciente y sensato que construyese una cartera lanzando 50 dardos a un tablero en el que figuran todos los valores del S&P 500, tendrá con el paso del tiempo dividendos y plusvalías. Solo hace falta que pase el tiempo, sosiego, una amplia diversificación y transacciones y comisiones reducidas al mínimo. Aun así, los inversores nunca deben olvidar que sus gastos son los ingresos de Wall Street. Y, a diferencia del mono de mi ejemplo, los trabajadores de Wall Street no trabajan a cambio de cacahuetes”.

  • Mensaje de despedida (2025)

“Me alegra decir que me siento mejor con la segunda mitad de mi vida que con la primera. Mi consejo: no te castigues por los errores del pasado, aprende al menos un poco de ellos y sigue adelante. Nunca es demasiado tarde para mejorar. Busca a los héroes adecuados y cópialos. Recuerda a Alfred Nobel, más tarde famoso por el Premio Nobel, quien, según se dice, leyó su propio obituario, que se imprimió por error cuando murió su hermano y un periódico se confundió. Se horrorizó por lo que leyó y se dio cuenta de que debía cambiar su comportamiento. No cuentes con un error de imprenta: decide lo que te gustaría que dijera tu obituario y vive la vida que te lo haga merecer. La grandeza no se consigue acumulando dinero, fama o gran poder de influencia en el Gobierno. Cuando ayudas a alguien de cualquiera de las miles de formas posibles, ayudas al mundo. La bondad no cuesta nada, pero tampoco tiene precio”.



Source link

Read more

Local News