En 1934, durante unas obras de remodelación de los célebres jardines de la ciudad alemana de Bad Dürrenberg (en el centro del país), los operarios se encontraron con un hallazgo totalmente inesperado: el esqueleto sentado de una persona, que aparecía rodeada de multitud de objetos singulares. Investigaciones posteriores desvelaron que el enterramiento tenía una antigüedad de unos 9.000 años, y más tarde se supo que el esqueleto pertenecía a una mujer, que había fallecido antes de los 40 años.
Uno de los detalles que más llamó la atención de los investigadores fue el gran número de objetos que formaban el ajuar de la mujer, entre los que había astas y huesos de animales, pedernales, un fragmento de ocre rojo que se habría usado para pintar, caparazones de tortugas, dientes perforados de animales, etc. Curiosamente, este tipo de ajuar era consistente con el hallado en otros enterramientos antiguos de distintos puntos de Europa, y que se correspondían con chamanes de tiempos prehistóricos. Así pues, los arqueólogos comenzaron a considerar que el hallazgo de Bad Dürrenberg se correspondía al de una importante mujer chamán que habría sido venerada en su tiempo.
Sin embargo, la verdadera sorpresa surgió con una excavación posterior en la misma área del enterramiento. Se hallaron los restos de un bebé, cuya proximidad a la mujer planteó inicialmente la posibilidad de un vínculo materno. Sin embargo, un reciente estudio genético reveló una relación distante, más allá de las expectativas: el niño no era hijo ni nieto de la mujer, sino un pariente lejano, tal vez un descendiente de cuarto o quinto grado.
Este descubrimiento genealógico, marcado por una separación temporal de más de un siglo entre la mujer y el bebé, lleva consigo un enigma que desafía la comprensión convencional de las relaciones familiares. Aunque este chamán ancestral y el niño compartían lazos de sangre, su conexión parecía trascender el parentesco directo, sumergiéndonos en un enigma que aún no ha revelado todos sus secretos.
El perfil genético de la mujer chamán del período Mesolítico ha proporcionado valiosos detalles sobre su apariencia física y particularidades anatómicas. Con una estatura aproximada de 155 centímetros, cabello oscuro lacio, ojos azules y piel oscura, su esqueleto revela un marcado contraste con las características musculares comunes en las sociedades cazadoras-recolectoras de su época. Esta divergencia sugiere un rol especializado, quizás dedicado exclusivamente a las prácticas chamánicas y espirituales en lugar de las actividades cotidianas asociadas con la caza y la recolección.
La revelación de que el chamán y el niño compartían una relación familiar, añade capas de intriga a este misterio ancestral
El descubrimiento de una anomalía en la base de su cráneo –con sus vértebras cervicales presentando signos de malformación y el atrapamiento de los vasos sanguíneos de la región inferior del cráneo–, ha llevado a los investigadores a proponer algunas hipótesis que vinculan este problema físico con su designación como mujer chamán de su grupo humano. Es decir, según los arqueólogos, es posible que las peculiaridades físicas de la mujer hubieran llevado a sus contemporáneos a identificarla como alguien dotada de un sexto sentido, una «segunda visión» o una capacidad de percepción más allá de lo mundano. Este rasgo singular, la presencia de un vaso sanguíneo anormalmente desarrollado, pudo haber sido interpretado como una señal de su acceso a dimensiones ocultas, consolidando su papel como una figura espiritual y visionaria en su comunidad.
La revelación de que el chamán y el niño compartían una relación familiar, aunque distante, añade capas de intriga a este misterio ancestral. ¿Qué historias se tejieron entre estas dos almas separadas por el tiempo? ¿Qué significado tenía enterrar al bebé cerca de un antepasado venerado en lugar de alguien que lo conocía directamente
A pesar de estas incógnitas, una exposición programada para marzo de 2024 en el Museo Estatal de Prehistoria de Sajonia-Anhalt (donde también se custodia el no menos enigmático Disco de Nebra) promete arrojar nueva luz sobre este enigma. La exhibición, que presentará los restos del chamán de Bad Dürrenberg y del bebé, junto con descubrimientos recientes de excavaciones adicionales en la región, ofrecerá una oportunidad única para explorar este capítulo fascinante de la historia humana.