domingo, junio 22, 2025

Empresas verdes, comercio limpio | Negocios

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A medida que el comercio internacional se ha ido articulando a través de complejas cadenas globales de valor (CGV), es cada vez más importante entender su sostenibilidad ambiental. Las CGV fragmentan los procesos productivos entre múltiples países y empresas, cada una con distintos estándares y compromisos ambientales. Esta dispersión plantea un desafío: las emisiones y otros impactos negativos no solo se deben al productor final, sino que se distribuyen a lo largo de toda la cadena. De ahí la importancia de analizar el desempeño ambiental desde una perspectiva granular, a nivel de empresa.

Investigaciones recientes en el área de economía medioambiental subrayan que buena parte de las emisiones asociadas al comercio internacional se generan en etapas intermedias del proceso productivo, y no solo en la producción de bienes de consumo final. Esto implica que los enfoques tradicionales, centrados en medir las emisiones de países o industrias, pueden pasar por alto a los verdaderos responsables de la contaminación. Por ello, es crucial contar con indicadores precisos que permitan evaluar qué empresas están aplicando prácticas sostenibles y cuáles no.

Los primeros estudios sobre desempeño ambiental empresarial, en los años noventa, ofrecían una visión fragmentada y poco comparable. Desde entonces, el enfoque ha evolucionado hacia el análisis de emisiones específicas, especialmente gases de efecto invernadero. Sin embargo, todavía son necesarias herramientas que permitan comparar con precisión las acciones ambientales en empresas de distintos países y sectores. Para avanzar en esta dirección, un módulo de Economía Verde ha sido incluido recientemente en las Encuestas a las Empresas del Banco Mundial. El módulo aporta información detallada de más de 15.000 empresas en 32 países de Europa, Asia Central, Oriente Medio y África del Norte y permite comparaciones sólidas entre sectores y países, ofreciendo un panorama preciso del compromiso ambiental empresarial. Con esta información hemos construido junto a investigadores de la Universidad de Gotinga un Índice de Desempeño Ambiental de las Empresas (FEPI, por sus siglas en inglés). El FEPI mide directamente las acciones ambientales llevadas a cabo por las empresas. A diferencia de otros indicadores que se basan en percepciones o estimaciones indirectas, el FEPI recoge datos sobre prácticas empresariales como la adopción de tecnologías limpias, eficiencia energética, uso de energías renovables y manejo de residuos.

¿Por qué es relevante un enfoque a nivel micro? En primer lugar, porque existe una gran heterogeneidad entre empresas, incluso dentro del mismo sector. Firmas más productivas o con mayor capacidad tecnológica tienden a emitir menos por unidad de producción. Además, las empresas que participan en CGV tienen más incentivos —y presión internacional— para adoptar medidas sostenibles. De hecho, en un trabajo paralelo publicado en la revista World Development encontramos que las empresas integradas en estas cadenas adoptan más tecnologías limpias y monitorean con mayor rigor su huella ambiental. En segundo lugar, el análisis de empresa permite identificar si los países desarrollados están reduciendo sus emisiones por mejoras reales o simplemente trasladando sus actividades contaminantes a economías con regulaciones más laxas. Este fenómeno, conocido como “fuga de carbono”, ha sido documentado por trabajos académicos en economía ambiental.

Los resultados de nuestros trabajos también muestran una correlación positiva entre el FEPI y el desarrollo económico. Las empresas de países con mayor PIB per cápita, mejores instituciones y mayor apertura comercial presentan un mayor compromiso medioambiental. Además, en industrias con mayor impacto ambiental, las empresas están adoptando más medidas para mitigar su huella de carbono, en particular, las más grandes y con más trayectoria.

En España se han hecho avances por parte del Banco de España para computar microdatos de indicadores de sostenibilidad para grupos consolidados y empresas individuales, sin embargo, la información es incompleta y no está normalizada, por lo que esfuerzos adicionales son necesarios para incluir a las pequeñas y medianas empresas.

En definitiva, comprender y medir el desempeño ambiental de las empresas es clave para garantizar la sostenibilidad de las CGV. Su medición permitirá identificar con precisión qué actores están haciendo esfuerzos reales por mitigar su impacto ambiental y cuáles necesitan más incentivos o regulación. A través de esta información, los gobiernos pueden diseñar políticas más eficaces, focalizadas en las etapas o sectores más críticos, sin obstaculizar la integración económica.

En un mundo cada vez más interconectado, donde las cadenas de valor son el motor del comercio global, avanzar hacia prácticas sostenibles en todos sus eslabones ya no es una opción, sino una necesidad. Y medir ese avance con precisión es el primer paso para lograrlo.



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