Pocas figuras desatan tantos comentarios encontrados como el militar extremeño Hernán Cortés. Considerado héroe para algunos sectores en España y villano para muchos más en América Latina, fue una pieza clave en la historia de México, para bien y para mal.
Nacido en Medellín, Extremadura, en 1485, fue un hábil militar que estuvo durante un tiempo bajo las órdenes de Diego Velázquez, gobernador de Cuba, con quien mantuvo una disputa que terminó con Cortés huyendo de la isla.
Su habilidad para urdir estratagemas y aprovechar el descontento de los pueblos originarios con los mexicas, además de su comportamiento, muchas veces sanguinario, ayudó a que en solo dos años derrotara a uno de los imperios más importantes del continente.
Pero no siempre tuvo buena suerte. Sus problemas con los gobiernos locales hicieron que fuera llamado a Madrid, donde vivió implorando un título nobiliario que reconociera sus hazañas en la ya Nueva España, cosa que nunca le fue otorgada. De hecho, murió en la pobreza en el pueblo de Castilleja de la Cuesta, Sevilla, el 2 de diciembre de 1547.
Un cadáver sin descanso
Varios historiadores señalan que a Hernán Cortés se le enterró siete veces, pues era un cuerpo que no había ganado el descanso. Aunque esto puede parecer más literario que científico, los datos parecen validar esa afirmación.
Su primer entierro fue en la Península Ibérica, en el monasterio de San Isidoro del Campo. Sin embargo, 19 años después, dos de sus hijos decidieron traer sus restos a América, para enterrarlo en el templo de San Francisco, en Texcoco.
Tiempo después, sus restos mortales se trasladaron al templo de San Francisco el Grande, ubicado en lo que actualmente es la calle de Madero. De allí, por órdenes del entonces virrey, en 1794 fueron depositados en la Iglesia de Jesús Nazareno, la cual se encuentra junto al Hospital de Jesús, primero de América y construido por el propio Cortés para tratar las heridas de los peninsulares.
Con la consumación de la Independencia, en 1821, comenzó una persecución de todo lo que recordara la época de la Conquista, por lo que el político conservador Lucas Alamán ideó un pequeño engaño: dijo que habían enviado los restos de Cortés a Italia, pero los enterraron en una cripta oculta en la misma iglesia.
Pasaron 123 años hasta que un grupo de arqueólogos encontró la urna funeraria con los restos del militar detrás del altar mayor de la iglesia en 1964, lo que generó un gran debate en la época para saber qué hacer con ellos.
Al final, y tras seis meses de estar insepultos, las autoridades de esa época decidieron dejarlos en la misma iglesia de Jesús Nazareno, ubicada en la calle de República de El Salvador, en el Centro Histórico, con una discreta placa que lo indica.
¿Cómo es la iglesia de Jesús Nazareno, donde están los restos de Hernán Cortés?
La pequeña Iglesia de Jesús Nazareno es una joya arquitectónica en su estilo. Cuenta con un mural creado por José Clemente Orozco y, en una pequeña ala que no está abierta al público, se encuentra la placa que conmemora la muerte de Cortés.
Actualmente, la iglesia se encuentra en trabajos de reparación y conservación del histórico mural de Orozco.
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