El desierto del Sahara, conocido por su inmensidad árida y su clima extremo, ha sido testigo de un fenómeno insólito: la aparición de un lago cerca de Merzouga, en Marruecos, tras dos días de lluvias torrenciales que sobrepasaron todos los registros anuales. Este evento, que sorprendió a locales y turistas por igual, ha despertado preguntas sobre los cambios climáticos que atraviesa una de las regiones más secas del mundo y qué nos depara el futuro.
Durante el período conocido como el Holoceno, hace unos 10.000 años, el Sahara era una región fértil y verde, más parecida a una sabana que al desierto abrasador que conocemos hoy en día. Grandes lagos, ríos y abundante vegetación cubrían la zona, y comunidades humanas prosperaban junto a una rica fauna.
Este período, conocido como el Sahara Verde, terminó cuando los patrones climáticos cambiaron gradualmente, dando lugar al desierto actual. La reciente aparición de lluvias inusuales y lagos efímeros en la región ha planteado la pregunta: ¿Podría estar revirtiéndose este proceso? Aunque los científicos aún no tienen una respuesta clara, los eventos recientes podrían ser una señal de que, bajo ciertas condiciones climáticas, el Sahara podría volver temporalmente a recordar su pasado verde. Sin embargo, aún es incierto si esto es un cambio pasajero o un indicio de transformaciones más profundas impulsadas por el cambio climático.
Hace unos 10.000 años, el Sahara era una región fértil y verde, parecida a una sabana
La provincia de Errachidia, en el sureste de Marruecos, experimentó la mitad de su precipitación media anual en tan solo un mes, algo que no ocurría desde hace más de 30 años. «Han pasado entre 30 y 50 años desde que llovió tanto en tan poco tiempo», afirmó Houssine Youabeb, funcionario de la agencia meteorológica de Marruecos. Esta «tormenta extratropical», como la han catalogado los meteorólogos, es una de las muchas señales de que los patrones climáticos en todo el mundo están cambiando de manera acelerada.
El pueblo de Tagounite, ubicado a 450 kilómetros de la capital Rabat, registró más de 100 milímetros de lluvia en 24 horas, una cifra impresionante para una de las regiones más áridas del planeta. Estas lluvias, inusuales en el extremo final del verano, han dejado imágenes inverosímiles del Sahara, como vastos charcos en lo que normalmente es una tierra árida.
Los efectos del cambio climático en el Sahara
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el ciclo hidrológico global está cambiando. A medida que las temperaturas aumentan, el aire retiene más humedad, lo que acelera la evaporación y, en consecuencia, provoca tormentas más intensas y erráticas. Celeste Saulo, secretaria general de la OMM, ha señalado que estos eventos meteorológicos extremos se volverán cada vez más comunes. «Nos enfrentamos a problemas crecientes de exceso o escasez de agua», afirmó.
El renacimiento temporal de este lago seco durante 50 años, observado desde imágenes satelitales de la NASA, es un recordatorio de cómo el cambio climático está afectando incluso los paisajes más aparentemente inmóviles del planeta.
Qué ironía. Mientras el Sahara va camino de convertirse en una sabana, el Amazonas afronta lentamente su desertificación. ☀️
Este lago ha surgido cerca de Merzouga (Marruecos 🇲🇦) tras dos días de precipitaciones 🌧️https://t.co/upqXZoVLmw pic.twitter.com/dEKH6q3AVA— Josep Guijarro (@josepguijarro) October 16, 2024
En el otro lado del mundo, el Amazonas enfrenta un proceso de desertificación por la deforestación y la sequía
Lo que está ocurriendo en el Sahara no es un caso aislado. En el otro lado del mundo, el Amazonas, conocido por ser el pulmón del planeta, enfrenta un proceso de desertificación debido a la deforestación y las sequías prolongadas. Este contraste —el Sahara, un desierto, transformándose temporalmente en sabana, mientras que el Amazonas lucha por no convertirse en un desierto— refleja el desequilibrio climático global.
A lo largo de las últimas décadas, los científicos han observado otros fenómenos sorprendentes: desde la pérdida acelerada de hielo en el Ártico, que amenaza a especies icónicas como el oso polar, hasta la intensificación de los huracanes en el Atlántico. Estos eventos, cada vez más frecuentes y extremos, son parte de un panorama mayor, donde las fronteras climáticas que conocíamos están desapareciendo.
Los expertos predicen que, si las temperaturas globales continúan en aumento, podríamos ver más fenómenos como este en el Sahara. Lluvias inesperadas, el reverdecimiento temporal de zonas desérticas y cambios en los patrones meteorológicos podrían convertirse en la nueva norma. Sin embargo, estos cambios no son necesariamente positivos; las tormentas en el desierto pueden ocasionar problemas de infraestructura, desplazamientos forzados y alterar la ya frágil biodiversidad del Sahara.
El desierto más grande del mundo, que se extiende por una docena de países en el norte, centro y oeste de África, sigue siendo un enigma climático. ¿Es este lago un signo de lo que está por venir o solo una anomalía pasajera? Lo que es seguro es que la naturaleza, una vez más, nos recuerda su capacidad para sorprendernos, mientras el cambio climático reescribe las reglas del juego.