Después del éxito (más o menos) de la versión en imagen real de Los Picapiedra allá por 1994, en Hanna Barbera se imaginaron el renacer de la franquicia 35 años después de su creación. Y para empezar, una precuela… a la que los actores de primera plana se negaron a volver. En su lugar fueron sustituidos por Mark Addy, Stephen Baldwin, Kristen Johnson y una Jane Krakowski pre-30 rock. Apostaron 83 millones de dólares. El fracaso estaba servido.
Yabba-Dabba-D’oh!
En Los Picapiedra en Viva Rock Vegas tiraron la casa por la ventana mostrando como personaje al Gran Gazoo (un extraterrestre que apareció en la última temporada de la serie clásica) y el público… no respondió a tal irresistible oferta. Fue nominada a cuatro premios Razzie, supuso un tremendo batacazo en taquilla y a nadie se le volvió a ocurrir lo de volver a traer a Los Picapiedra a acción real. Por ahora, al menos.
El caso es que en esta película apareció, con tan solo diez añitos, una niña que estaba destinada a convertirse en una de las protagonistas del cine estadounidense del nuevo milenio. Curiosamente este no fue su primer papel: antes apareció, sin diálogo en la película de Disney hecha para televisión Tritón por Accidente. Solo le quedaban dos años para trabajar con David Fincher en La habitación del pánico y tener una carrera bien preparada para cuando llegara su salto real a la fama: Crepúsculo.
Ahora ya sabemos que Kristen Stewart es mucho más que Bella Swan y que la chica que tira anillos en la precuela de Los Picapiedra: ha sido nominada al Óscar y al Globo de Oro, apoya el cine independiente, tiene su propio estilo y lo más probable es que después de películas tan personales como Sangre en los labios y Spencer no volvamos a verla nunca en la precuela de otra película mainstream. Menuda es.