Dice Hernán Casciari (Mercedes, Argentina, 1971), que cuando “una comunidad acepta una idea trasnochada, la idea deja de ser trasnochada, se convierte en algo posible”. No es una frase nueva del fundador de Comunidad Orsai (proyecto autogestivo de contenidos editoriales, de cine y de teatro), pero cada vez que se lee o escucha, sí tiene un impacto nuevo, pues algo que sabe hacer con sublimidad es trascender a través de las artes y de los medios de comunicación masiva.
Es conocido como escritor, editor y guionista, y quizás está de más catalogarlo, porque él se considera una persona que “intenta contar historias, independientemente del formato donde lo haga, independientemente de todo. Si hay algo en común entre todas las actividades que tengo, que en todas las actividades intento contar una historia”, comenta Hernán, radicado desde 2016 en Buenos Aires.
Su capacidad por pensar fuera de la caja lo lleva a ser un personaje sin etiquetas comunes, siempre con compañía talentosa. O al menos es lo que deja ver a través de su ingenio que bien tatúa en ediciones impresas, en el teatro, en la radio, en podcast o en la producción de películas, documentales y series animadas.
Su viralidad se gestó hace 20 años al inaugurar su Blog Orsai, en el que su objetivo siempre ha sido y es contar momentos de su vida, sus hijas, su familia o sus amigos. La fama no fue la principal intención al instaurar su sitio web, sólo que su estilo de exponer situaciones tiene aceptación global por su forma de hacerlo: a veces con drama, a veces con humor, a veces con ternura.
“Es casi como una especie de diario íntimo. Inicialmente el Blog Orsai empezó a tener muchísima visibilidad, muchos lectores, esos lectores se fueron conformando en algo parecido a una comunidad cuando todavía esa palabra no era tan útil como lo es hoy”, dice el autor de Charlas con mi hemisferio derecho (2010).
Este año es especialmente movido para él y su equipo, entre sus actividades ya establecidas, estrenó La señora que me parió, lectura-performance en la que comparte escenario con su madre Chichita y en la que habla intimidades, y su recital mensual de cuentos a capella que realiza en un teatro de la ciudad donde vive. Además, desarrolla su espectáculo mundial Puro cuento en el que expone sus relatos y que traerá el ocho de noviembre a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en la Ciudad de México
“Es casi como una especie de diario íntimo. Inicialmente el Blog Orsai empezó a tener muchísima visibilidad, muchos lectores, esos lectores se fueron conformando en algo parecido a una comunidad cuando todavía esa palabra no era tan útil como lo es hoy”, dice el autor de Charlas con mi hemisferio derecho (2010).
Comunidad e ideas, buena combinación
Su notoriedad en los ámbitos que suele comprometerse como productor y contador de historias es gracias al valor e importancia que la da a hacer proyectos en colectividad, editoriales, radiofónicos o audiovisuales, mismos que son consecuencia de Comunidad Orsai.
“Me parece que he tenido durante mucho tiempo un montón de ideas trasnochadas, a las 4:00 de la mañana fumando un porro. Y esas ideas a las 7:00 u 8:00 de la mañana se diluyen, no son nada, pero cuando hay una comunidad atrás, escuchando esa idea trasnochada, esa idea ocurre. Me parece que la comunidad obra el milagro de hacer posibles ideas trasnochadas”, dice.
La independencia, el financiamiento colectivo y gozar de lo que hace son piezas para que las ecuaciones resulten. Se le conoce más en las artes, sólo que su creatividad se ha extendido a la concepción de establecimientos de gastronomía o de bebidas.
“Empezamos a hacer la Revista Orsai y a editar mis propios libros, me fui de las grandes editoriales rápidamente porque me resultaba más divertido hacerlo de una forma esquiva a la industria editorial.
“Abrimos un bar, abrimos una pizzería, hicimos cosas que nos divertían mucho, hasta que descubrimos que podíamos hacer también cine y series. Y ahora hacemos teatro comercial también de manera autogestiva, con muchísimos socios productores, y al mismo tiempo preparamos para dentro de dos o dos años y medio, la Universidad de Narrativa Orsai, en Buenos Aires, que creo que va a ser el último de los proyectos llamados Orsai. Empezar con un blog y terminar con la universidad me parece que es un buen recorrido”, comenta el escritor de la obra Quedate conmigo Lucas.
Una de las semillas que ha echado raíz de esta comunidad es Revista Orsai, una publicación de crónicas en español e ilustraciones, en formato impreso y digital, que a la fecha tiene dos temporadas. Su undécima edición de la segunda temporada tendrá textos de Selva Almada, Pedro Mairal y Fabián Casas, mientras que en la edición 10 tuvieron presencia las escritoras Mariana Enríquez y Betina González, el cineasta Enrique Piñeyro, la periodista Gabriela Weiner y la ilustradora Vilma León. Por ella han dejado su arte la escritora Amélie Nothomb y el historietista Horacio Altuna. Y ha publicado charlas con el científico Stephen Hawking y el expresidente de Uruguay, José Mujica.
“La revista es algo sencillo de hacer en tanto hay como mínimo seis mil personas que la compran antes de que entre a imprenta. Ese es el número de flotación. Es una cantidad de dinero que aportan esas seis mil personas que a nosotros nos sirve para tener una excelente calidad de objeto, de papel, de gramaje, de encuadernación. Pagarle muy bien a los 20 autores invitados —son diez escritores y diez ilustradores en cada número, que siempre van rotando—, y pagarle buenos sueldos a la directora de arte, el secretario de redacción, el director, los correctores y los traductores.
“Y alcanza maravillosamente bien. En épocas normales no imprimimos más que seis mil, cerramos la venta y liberamos rápidamente el PDF, para que al mismo tiempo aquellas personas que no puedan comprar un objeto suntuoso de valor, puedan tener el contenido de forma gratuita. Así no hay manera de fallar”, asegura el creador de Cuentos contra reloj (2023).
“El cuento es la unidad”
Hernán está seguro de que todos los géneros literarios regalan algo a la humanidad y su favorito para transmitir es el cuento.
“Siento que el cuento es la unidad. Si estuviéramos hablando de líquidos sería el litro. Hay hectolitros y hay centilitros y hay mililitros, pero el litro es la unidad, del mismo modo que el metro es la unidad de longitud.
“Por supuesto que es maravilloso el kilómetro y maravilloso el milímetro, pero el metro es la unidad. Y con el cuento pasa lo mismo, tenemos la novela, la saga, el microcuento, pero el cuento, ¡el cuento…! Algo que te puedo contar de punta a punta en este rato, en los próximos 10-15 minutos, y te vas diferente a como entraste, esa es la unidad de la narrativa”, explica.
En las experiencias de teatro que brinda es cada vez más común que en el público haya adolescentes que oscilan entre los 12 y los 17 años. Uno de los detonantes puede ser porque varias de las anécdotas que platica Hernán sucedieron cuando era niño y adolescente.
“En ese grupo hay un fanatismo inusual. Y no es que escriba para ellos, jamás he escrito para chicos, sólo que creo o charlando con ellos —porque también quise indagar en ese fenómeno que me parece raro—, mucha de mi literatura ocurre en historias que cuento cuando tenía entre ocho y 17. Cuento muchas cosas de mi infancia y de mi primera adolescencia y hay una especie de mimetización, hay algo que les interesa de todo eso y me resulta tremendamente divertido que ocurra”, explica Hernán.
Chichita, una mamá atípica
No es un secreto que Hernán no cumpla con ciertos estándares familiares. Su relación con su madre es diferente a la que se espera socialmente: no son tan unidos y a él principalmente no le motiva seguir algunos tipos de costumbres, no obstante, la magia del arte los une de una manera poco habitual que sabe disfrutar.
“Principalmente porque es una señora que está bastante mal de la cabeza, no es una mamá típica, yo tampoco soy un hijo muy típico. Nuestra relación no es buenísima, no tenemos una gran relación, de hecho, soy muy poco dado al afecto, al abrazo con mi madre, a festejar el Día de la Madre, no la llamo para su cumpleaños.
“No tenemos una relación madre e hijo muy tradicional, sin embargo, tenemos algo en común y ese algo en común es el teatro. Ella ha querido ser actriz desde muy jovencita y nunca la dejaron, primero su padre no la dejó y luego mi padre, su marido, no la apoyó. Y siempre le ha quedado una espina de subirse al escenario, de ser actriz”, explica el fundador de Editorial Orsai.
En mayo estrenaron la puesta en escena (La señora que me parió) donde dejan a un lado el pudor y comparten durante hora y media sucesos de la infancia de Hernán, como juegos, miedos y sueños; su vínculo con las drogas y la crisis económica que como familia sortearon, experiencias que sucedieron a la par de las odiseas políticas de su país natal y la hiperinflación.
“Me divierte mucho estar arriba del escenario con esa actriz que no pudo ser, contando historias que nos involucran a nosotros mismos en otra época. Es muy divertido y es muy rara también la relación”, finaliza el editor.
Hernán Casciari es un creativo que se involucra con mente y corazón en cada uno de sus proyectos, demostrando ser genuino. Escucharlo, verlo o leerlo, es garantía de que algo en el interior moverá.