miércoles, abril 2, 2025

Jordan Bardella se abre paso en el caos de la ultraderecha francesa | Internacional

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Algunos organismos tienden a infligirse procesos de mutación extrema para sobrevivir. El actual Reagrupamiento Nacional (RN), por ejemplo, un artefacto político fundado hace 56 años bajo el nombre de Frente Nacional por exmiembros de las SS, un puñado de colaboracionistas antisemitas y antiguos terroristas de la OAS —la organización contraria a la salida francesa de Argelia que intentó asesinar al presidente Charles de Gaulle—, es hoy una formación que aspira a convencer al electorado francés de su fiabilidad. Pero el camino a la supuesta normalización ha estado plagado de renuncias y violencia interna. Tras renegar de sus orígenes, expulsar a su fundador —Jean-Marie Le Pen— y autoerigirse insólitamente en un azote del antisemitismo, la formación, muy a su pesar, podría ahora completar su transformación definitiva eliminando de su vértice la única constante: el apellido Le Pen.

El partido ultraderechista sufrió el mayor golpe de su historia este lunes al conocer la condena a su líder, Marine Le Pen, a cuatro años de cárcel —dos de obligado cumplimiento con brazalete electrónico— y cinco de inhabilitación para presentarse a las elecciones. Si los recursos que presentará no prosperasen o se resolviesen demasiado tarde, Le Pen quedaría fuera de la carrera electoral de 2027, justo cuando más cerca estaba de alcanzar el viejo sueño familiar de mudarse al palacio del Elíseo. En ese caso, la figura de Jordan Bardella, su delfín y presidente del RN, pasaría de golpe al primer plano. Una gran novedad en un partido basado en gran medida en los lazos familiares, ya sea de sangre o sentimentales. “Somos un partido político y para designar a un candidato tiene que haber un congreso. Pero si Marine le ha elegido desde hace tanto tiempo, no es para dejarlo en la cuneta en el caso de que tuviese que presentarse”, recordaba a EL PAÍS Louis Aliot, vicepresidente del partido, expareja de Le Pen y también condenado en el mismo proceso.

La vida y carrera de Bardella (nacido hace 29 años en Drancy, en el noreste de París) son indisociables de su jefa y madrina política, pero su exagerada juventud le permite también desligarse de ese pasado. El delfín, un político hábil sin grandes conocimientos sobre nada en particular, no había nacido cuando Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, calificó las cámaras de gas como un “detalle” de la II Guerra Mundial. Tenía siete años cuando el entonces líder del partido logró en 2002, por primera vez, clasificar al entonces Frente Nacional para la segunda vuelta presidencial, que acabó perdiendo por abrumadora mayoría ante Jacques Chirac. “Ustedes miran al pasado. Yo miro al futuro”, ha respondido sistemáticamente Bardella a quienes cuestionan el origen del RN. A los 22 años ya era su portavoz; a los 23, cabeza de lista de las europeas; y presidente de la formación desde los 26.

Jordan Bardella, en Bruselas en 2024.

Excesiva juventud

Una juventud excesiva, incluso para su promotora, que pensaba en otro calendario para ver triunfar a su sucesor. Hace dos semanas, en una entrevista en Le Figaro, desvelaba sus planes si no lograra ser elegida presidenta de la República en las elecciones presidenciales de 2027. “Esta será mi última campaña”, explicó. Luego, sonriendo, añadió: En 2032, Jordan tendrá 36 años”. Es decir, para entonces tendrá la edad y la experiencia suficientes para ser el candidato del RN, venía a decir. No ahora.

Bardella es un chico de familia humilde por parte de madre. Su padre es, sin embargo, un empresario acomodado que le costeó un colegio privado, viajes a Estados Unidos, un coche y un apartamento a los 20 años. Resaltando la primera parte de la historia y dejando en la sombra la segunda, le han construido un relato de superación —este año ha publicado una autobiografía convertida en superventas (200.000 ejemplares) impulsada por la editorial Fayard—. Bardella es el sueño de un cierto establishment conservador francés, que ve en él a la persona ideal para agrupar en un solo partido, o en una gran coalición, a toda la derecha. Un modelo parecido al que ha aplicado Giorgia Meloni en Italia. El joven político, que lleva meses reuniéndose con empresarios y protagonistas del mundo económico, sería la cara más presentable del mundo ultra y cuenta con el apoyo de los principales medios de comunicación conservadores de Francia. El delfín de Le Pen sería un enganche perfecto con una cierta derecha liberal a la que tradicionalmente asustaba la agresividad de la líder del RN.

El politólogo y experto en movimientos nacionalistas europeos Jean-Yves Camus cree que esa es una ventaja y un inconveniente con el que cuenta Bardella. “Una ventaja, porque quizás sea un punto a su favor entre los electores decepcionados de Los Republicanos [el partido tradicional de la derecha], que buscan una postura más liberal en lo económico. Sin embargo, en el electorado popular le cuesta, porque Le Pen podía responder a su demanda de un Estado social. Es decir, ella no está en absoluto, a diferencia de lo que se podría pensar, en la línea de pensamiento de Donald Trump, que busca desmantelar el Estado empezando por todo el sistema de protección social”, apunta.

Jordan Bardella y Marine Le Pen, en el Palacio del Elíseo en París, en 2024.

Una encuesta de Odoxa para el medio Public Sénat y la prensa regional, publicada este lunes antes de la condena de Le Pen, revelaba que el 60% de los simpatizantes del RN prefieren a Bardella sobre Le Pen (32%). En el conjunto de los franceses, el presidente del RN es elegido por el 31%, frente al 16%, que prefiere a la líder nacionalista. Más significativo aún: solo el 3% de los simpatizantes del RN cree que una condena a Le Pen sería un “hándicap”, ya que el partido ultra perdería a su candidata natural. En cambio, el 69% considera que una posible inhabilitación de la líder de los diputados del RN “no sería ni una ventaja ni un inconveniente”. Y dentro de este grupo, incluso el 25% cree que sería un “activo, porque permitiría al partido pasar la página de Le Pen y presentar a Bardella en 2027″.

Bardella, cabeza de lista en las últimas elecciones legislativas (11 millones de votos), quiso mantener el lunes un perfil de fidelidad absoluta, señalando que “la mejor candidata es Marine”. “La condena con ejecución provisional de Marine Le Pen, que le impide ser candidata en 2027, es un escándalo democrático”, escribió también en X, lanzando la petición de organizar una “movilización pacífica” para mostrarle su apoyo. El problema de Bardella, con índices de popularidad ya superiores a los de su madrina, opinan quienes conocen los tics de la formación ultraderechista, es que no termina de convencer a una vieja guardia a la que, en parte, contribuyó a decapitar.

La principal competencia de Bardella, esa es la ironía, llegaría de nuevo desde dentro de la familia. Marion Maréchal, la hija prodiga del clan Le Pen, que dio un portazo en el partido enemistada con tía Marine, se integró en Reconquista, la formación ultra que creó Éric Zemmour y que ha terminado descomponiéndose. Ahora, tras muchos acercamientos, podría volver a casa y reclamar su herencia. La nieta preferida del patriarca Jean-Marie, mucho más ideologizada y con mejor pedigrí que Bardella, parece la única capaz ahora mismo de disputarle la sucesión. La última mutación para que todo volviese a ser igual.



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