Y no podemos citarla explícitamente por temor al shadow banning o, lo que es lo mismo, que el algoritmo penalice la visualización de esta página por mencionar ciertas palabras.
Durante la pandemia de la palabra maldita, Facebook eliminó todo tipo de información crítica al relato oficial, canceló cuentas y sus algoritmos penalizaron ciertos contenidos críticos, mal llamados negacionistas.
Ahora su CEO, Mark Zuckerberg ha denunciado a través de una carta dirigida al Comité Judicial de la Cámara de Representantes que actuó de esta forma ante las presiones recibidas por parte de la administración del presidente Joe Biden. El objetivo: censurar de las redes sociales de Meta ciertos comentarios críticos. Una bomba.
El director ejecutivo de Meta, Mark Zuckerberg, denuncia en una carta dirigida al Comité Judicial de la Cámara de Representantes las presiones que recibió por parte del Gobierno de Joe Biden durante la pandemia para que las redes sociales de Meta censuraran ciertos comentarios. pic.twitter.com/90J4K4dgo5
— EFE Noticias (@EFEnoticias) August 27, 2024
La censura no fue solo contra “conspiranoicos” o quienes difundían bulos o teorías disparatadas sino, también, a médicos, doctores en farmacología, y prestigiosos biólogos.
La censura alcanzó a la British Medical Journal, una de las revistas de referencia mundial en el ámbito de la medicina. ¿La razón? Revelar las denuncias de extrabajadores de Ventavia, la empresa encargada de realizar los ensayos sobre la vacuna, quienes advirtieron acerca de los graves problemas de integridad de datos durante el ensayo de la vacuna por parte de Pfizer.
Las redes de META, empresa matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp eliminaron grupos de afectados por las vacunas, literalmente los invisibilizaron. Uno de los afectados fue George Hu, ingeniero de software del sitio web de la vacuna en Washington quien desarrolló tinnitus. Su cuenta tenía 250.000 followers.
También desarrolló tinnitus tras la segunda dosis el Dr. Gregory Poland, prestigioso director del Grupo de Investigación de Vacunas de la Clínica Mayo y, al revelarlo, fue censurada su cuenta de Facebook.
La British Medical Journal puso en conocimiento de la FDA los efectos secundarios de éstos y otros científicos, pero el organismo regulador de medicamentos estadounidense hizo caso omiso y la revista decidió publicar la investigación. META no permitió compartirla y la tachó de desinformación.
En circunstancias normales, la investigación de BMJ habría paralizado la aprobación de la vacuna. No, no ocurrió eso, sino que redes como META no permitieron compartir la investigación,tildándola de Desinformación.
Dió pie a una fulminante carta de BMJ a Zuckerberg que adjunto.⬇️ pic.twitter.com/rVg13P8mxA— Quasi-ModoⒶ (@QuasiDixit) August 27, 2024
Antes de estas revelaciones ya se había filtrado un mail, entre personal de la Casa Blanca y empleados de Facebook, que ponía al descubierto que Meta había censurado y calificado de desinformación los contenidos científicos y fiables de la revista que cuestionaban la seguridad de las vacunas. De este modo se pretendía no afectar la vacunación masiva que era el objetivo final, no sólo de Estados Unidos, sino de la gran mayoría de gobiernos del mundo. Una vacunación que supuso pingües beneficios a Big Pharma, distribuidor de las vacunas, o las farmacéuticas Pfizer, Moderna, PharmaMar o AstraZeneca, quien -por cierto- admitió que su contra el bicho que no se puede citar puede provocar efectos secundarios, como trombosis.
En la carta dirigida al Comité judicial, Zuckerberg confiesa “que la presión del Gobierno estuvo mal y yo lamento que no hayamos hablado más abiertamente al respecto. También creo que tomamos algunas decisiones que con el beneficio de la retrospectiva y la nueva información no las tomaríamos hoy”.
Y, añade: “Somos dueños de nuestras decisiones, incluidos los cambios que, relacionados con el Covid-19, hicimos en nuestra aplicación a raíz de esta presión”.
Aunque para una gran mayoría, la connivencia entre los medios de comunicación, políticos, redes sociales y Big Pharma era evidente, mencionarlo durante la pandemia o la existencia misma de consignas, acuerdos o presiones, se convirtió en tabú para el sistema. Cualquier referencia a una política de control y censura era calificada de Teoría de la Conspiración pero ha resultado ser cierta.