Este sábado se cumplieron seis meses del fallecimiento de Isak Andic, el hombre más rico de Cataluña y el fundador y propietario del 95% de la empresa textil Mango, muerto en un accidente de montaña durante una excursión que realizaba con su hijo Jonathan en el macizo de Montserrat. El shock para la compañía fue inmediato. Andic llevaba tiempo alejado de la gestión, que había delegado en un consejero delegado externo a la familia, Toni Ruiz, a quien además había permitido la entrada en el capital con un 5%. Pero todavía tenía mucha influencia en el día a día de la empresa con sede en Palau Solità i Plegamans (Barcelona), sobre todo en la visión a largo plazo y en mantener el legado que había empezado él como emprendedor cuando con su furgoneta vendía por Barcelona camisas de su Turquía natal.
Sin embargo, la perturbación duró poco, al menos en el negocio. “Las mejores páginas de Mango están por escribir”, dijo Ruiz en la rueda de prensa de presentación de resultados del pasado mes de marzo, en la que se dejó claro que se había cerrado un capítulo para abrir otro. En estos seis meses, Mango se ha confirmado como una empresa que está en una etapa de fuerte crecimiento y cada vez más profesionalizada, mientras la familia, que ha reorganizado sus estructuras societarias tras la aceptación de la herencia, se mantiene en un segundo plano. Esta misma semana, dos movimientos confirman esta nueva etapa: Mango se ha transformado en una sociedad anónima, y Jonathan Andic deja su puesto de gestión en la línea masculina para centrarse en sus patrimoniales.
40 años después de que Andic empezase vendiendo camisas, Mango había logrado una estructura fuerte que le preparaba para cualquier eventualidad, incluso la muerte del fundador. Pero no fue fácil llegar hasta aquí. Las empresas familiares y con un fundador tan carismático como Andic suelen tener dificultades para que el testigo pase sin sobresaltos.
En 2014, el fundador, dispuesto a alejarse del ruido en su velero Nirvana, intentó que esta transición se quedase en la familia, y nombró a su hijo Jonathan como consejero delegado. Bajo su batuta, Mango acumuló varios años de pérdidas, y el fundador tuvo que volver de su retiro para poner orden: en 2018 aupó a Toni Ruiz, a quien había fichado en 2015 como director financiero, a la posición de director general, y dos años más tarde a la de consejero delegado. Jonathan se quedó entonces al frente de la gestión de la línea Mango Man.
Este paso marcó el inicio de la gestión profesionalizada de Mango, un proceso en el que están inmersas muchas empresas familiares que optan por dejar las riendas del día a día a ejecutivos externos mientras la familia se queda como accionista: la estrategia de mirada larga la pone la familia, pero el pie en las operaciones lo tienen los directivos externos.
Bajo la dirección de Ruiz la empresa ha dado un salto cualitativo: la facturación de Mango ha pasado de los 2.233 millones de euros en 2018 a los 3.339 millones el año pasado, y el resultado neto ha pasado de los 35 millones de pérdidas en 2018 al récord de 219 millones de beneficio el año pasado. La empresa ha alcanzado la velocidad de crucero, y en estos primeros seis meses sin Andic, fuentes de la compañía destacan que la tendencia sigue al alza. En este periodo, la multinacional ha seguido abriendo tiendas en Portugal (con la línea Mango Teen) o en el Reino Unido (con la previsión de abrir 20 tiendas en 2025); continúa con su expansión por Estados Unidos, uno de los sueños de Andic, con nuevos locales en Nevada, Nuevo México y Oregón; y ha inaugurado una nueva tienda (donde se muestran todos los productos y que actúa como buque insignia de la compañía) en la Diagonal de Barcelona, además de haber estrenado su primer Mango Home para irrumpir en el mercado de los productos del hogar. Todo ello, con una deuda neta de solo 78 millones de euros al cierre de 2024 (lo que supone un ratio de 0,1 veces el resultado bruto de explotación).
Tras el fallecimiento de Andic, el consejo de administración de Punto Fa SL, la sociedad que aglutinaba el negocio de Mango, nombró presidente a Ruiz, que mantiene su puesto de consejero delegado. Jonathan Andic es su vicepresidente en el consejo. Esta semana, la estructura societaria se transformó para convertir la SL en una sociedad anónima, pasando a llamarse Mango MNG SA, un paso que llega tras la profesionalización del consejo —mediante la apertura a consejeros independientes— a finales de 2023, todavía con Andic vivo. Todos estos movimientos se asemejan a los que Puig dio antes de salir a Bolsa, y aunque son los pasos previos requeridos para un eventual debut en el parqué, la compañía siempre ha negado que esto esté ahora mismo sobre la mesa.
Negocios familiares
Esta transformación societaria ha venido acompañada de otro cambio: Jonathan Andic, pese a mantenerse como vicepresidente del consejo, deja la dirección de la línea Mango Man, que asumirá Josep Estol, lo que culmina el proceso de dejar a la familia en un segundo plano. El hijo del fundador se dedicará a gestionar solamente sus sociedades patrimoniales, cosa que ya están haciendo sus dos hermanas Judith y Sarah. Punta Na Holding es la sociedad en la que están los tres hermanos (Jonathan de presidente, Judith de apoderada y vocal y Sarah de secretaria) a través de la cual controlan el 95% de Mango y el 100% de Punta Na, el brazo inmobiliario de la familia (donde los roles están cambiados y Sarah es presidenta, Judith vocal y Jonathan secretario).
Todavía con la incógnita de cómo se resolverá la investigación sobre la muerte de Andic (la principal hipótesis es que se trató de un accidente, pero en marzo la jueza reabrió la investigación y los Mossos d’Esquadra ultiman un nuevo informe tras prestar declaración Jonathan en varias ocasiones), la dirección de Mango mantiene un perfil de comunicación muy bajo —la compañía ha declinado participar en este reportaje mediante un portavoz— pero la máquina sigue en marcha y más engrasada que nunca.
