Después de vivir a la sombra estadounidense mucho tiempo, 2025 está siendo un año inesperadamente dulce para las Bolsas europeas. Con rentabilidades que superan el 20% en algunos índices, fuertes entradas de capital y sectores al alza, los mercados del Viejo Continente han vuelto a despertar el interés general. ¿Qué está detrás de esta remontada? ¿Podrá sostenerse en el tiempo? ¿Dónde están las mejores oportunidades? Seis expertos ofrecen su visión.
Diego Fernández Elices, director general de inversiones de A&G Global Investors, señala que tras 15 años de dominio estadounidense apoyado en una serie de factores que difícilmente mejorarán en el futuro, ahora se cuestiona su supremacía económica. Mientras Europa comienza a soltarse el corsé fiscal y recupera tracción, especialmente en el consumo y en su relación comercial con China. “El sentimiento mejora, tanto por méritos propios como por deméritos ajenos”, dice. Una visión que comparte Martin Skanberg, gestor de renta variable europea de Schroders: “Europa comenzó 2025 con valoraciones bajas, fuera del radar global, lo que permitió revalorizaciones al disminuir los temores de recesión”. El aumento de los beneficios empresariales y la atractiva rentabilidad por dividendo (3,5%) han hecho el resto, con sectores como defensa e industria tirando del carro.
Rodrigo Cebrián, director de inversiones en Edmond de Rothschild (Europe) sucursal en España, subraya la importancia de los cambios estructurales en Alemania: “Su giro fiscal, con un fondo de infraestructuras de 500.000 millones y mayor gasto en defensa, podría elevar su PIB (un 0,3% en 2025 y por encima del 2% en 2027) y estimular la inversión privada hasta un 6%”. A esto se suma una América que pierde fuerza: debilitamiento del consumo, revisión a la baja del PIB y salidas de capitales de los ETF (fondos cotizados) estadounidenses. De hecho, estos últimos registran salidas del 40% frente a una captación del 97% de los europeos, lo que sugiere que “aún hay recorrido técnico adicional”. “Los flujos hablan claro: Europa vuelve a gustar”, concluye.
También lo cree Fabio Di Giansante, responsable de renta variable europea de gran capitalización en Amundi. La necesidad de independencia respecto a EE UU ha unido políticamente a Europa. “Por primera vez en mucho tiempo se percibe un sentimiento de unidad y necesidad de actuar conjuntamente”, dice. A ello se suma un menor riesgo inflacionario que permite más margen de acción a los bancos centrales para “actuar con rapidez y adoptar posturas más acomodaticias que ayuden a estimular la economía”, puntualiza.
La mayoría cree que el impulso podría mantenerse. Skanberg reconoce que podría haber un periodo de enfriamiento tras la fuerte subida, pero piensa que Europa mantiene ventajas fiscales y monetarias frente a EE UU. Cebrián refuerza esta idea al mencionar la favorable dinámica de beneficios, las valoraciones atractivas y el contexto político menos volátil. Aunque matiza: “EE UU sigue liderando en tecnología y productividad; ahí Europa aún tiene mucho que demostrar”.
Paul Doyle, Head of Large Cap European Equities de Columbia Threadneedle, añade: “Una guerra comercial afectaría más a Europa, muy expuesta al comercio internacional. Pero su cohesión ante la crisis desatada por Trump está mejorando la competitividad, un problema ya señalado por Mario Draghi el año pasado”. Cree que el contexto favorece a la región y que crea un clima de inversión más favorable para los próximos años, pero advierte: “No todos se beneficiarán, y el éxito exigirá selección y calidad”.
Aunque cada gestor tiene sus preferencias, hay consensos claros. El primero: la defensa. El crecimiento del gasto militar “podría representar una oportunidad excepcional para las próximas dos décadas”, afirma Skanberg. El segundo: la banca. Di Giansante resalta que los bancos europeos están bien capitalizados y podrían combinar crecimiento de beneficios con alta rentabilidad para el accionista. Fernández Elices y Doyle coinciden, aunque este último insiste en que hay que “evitar instituciones con bajo rendimiento”.
La industria y las infraestructuras también seducen: Cebrián y Doyle destacan su impulso por el gasto público, mientras Panza Capital apuesta por la construcción y los materiales, especialmente en el segmento de pequeñas compañías, donde ven valoraciones muy atractivas. “El inversor a largo plazo tiene que invertir en negocios sencillos, con poca deuda y valoraciones atractivas. Es la receta que funciona”, dicen. Y entre las tecnológicas, aunque con más cautela, Elices y Di Giansante mencionan que los semiconductores y la electrificación tienen potencial, siempre que se mantenga la selectividad.