Dos motivos de peso llevaron a la familia Llorens a embarcarse en la creación de una nueva empresa en 2004: Leonart Motors. La compañía de maquinaria industrial para el sector textil propiedad del clan vivía sus horas más bajas, “caía en picado” como consecuencia de la falta de demanda de género de punto, recuerda Jordi Llorens, en un momento en que la conducción de motocicletas de 125 centímetros cúbicos dejó de precisar un examen específico, convalidándose con el carné de coches. Jordi y su hermano Marc vieron la oportunidad de negocio en una Catalunya donde hay mucha afición por las dos ruedas.
Con el capital de sus padres, los hermanos Llorens decidieron aprovechar el momento y empezaron importando motocicletas de 125 cc. “Tras la nueva normativa se produjo un bum de demanda. El mercado ofrecía sobre todo scooters y motos muy simples, por lo que decidimos diseñar nuestros propios modelos y dotarlos de personalidad”, rememora el administrador y director general de Leonart Motors.
“Quisimos crear productos más atractivos, más grandes y con una estética con la que la gente se sentía más cómoda”, explica. Y esa es precisamente la diferenciación de esta pequeña empresa catalana que compite con las grandes marcas del sector. “Sobrevivimos frente a las multinacionales haciendo algo diferente y más llamativo. La estética es nuestro punto fuerte. Por ejemplo, les ponemos a nuestras motos doble disco delantero o doble neumático. Buscamos en el cliente esa sensación de ‘cómo mola”, dice.
Clientes
Sus principales compradores son personas de entre 35 y 50 años sin carné de moto y que “quieren motos chulas” de ciudad o de fin de semana tipo custom (personalizadas) o cruiser (con estética estadounidense de entre los años treinta y sesenta). Disponen de cinco modelos que cuestan entre 2.790 y 5.499 euros. Una de ellas es 100% eléctrica, aunque Jordi Llorens advierte que desde el año pasado han notado un descenso de la demanda de este tipo de vehículos tanto en España como en Francia y Alemania.
Leonart Motors vende unas 700 unidades al año y factura 1,8 millones de euros, con un margen de beneficio que oscila entre el 15% y el 20%, según su director general. Y lo hace sobre todo en España y Francia, aunque también comercializa en otros países como Alemania, Italia, Bélgica, Eslovenia, Japón y Suiza, país donde ahora empieza. La facturación procedente del exterior ronda el 40% de los ingresos totales.
Pero la intención de los hermanos Llorens es saltar a la siguiente fase. De aquí a 2030 pretenden lanzar tres nuevos modelos y ampliar mercados a Estados Unidos, Europa del Este, Grecia, el Reino Unido…, de manera que su facturación alcance los cinco millones de euros dentro de esos cinco años, señala el director general. Por ahora, pretenden hacerlo con recursos propios y con el apoyo de los fabricantes chinos con los que trabajan, pues se trata de motocicletas producidas en China con diseño español. Aunque la empresa está abierta a la entrada de un nuevo inversor, tal y como admite el directivo.
La familia Llorens va a invertir del orden de 300.000 euros anuales para lanzar entre 1.500 y 2.000 unidades al mercado cada año o año y medio. Y va a reorganizar el capital de esta sociedad familiar, con sede en Mataró, que actualmente se reparte así: 50% el padre, 25% la madre y 25% Jordi Llorens. La intención es que Marc Llorens, el director de diseño, entre en el accionariado de Leonart Motors para que la personalidad de las motocicletas continúe siendo su seña de identidad.