Aficionados aseguran que para entrar al estadio Akron, de Chivas, se abortó en algunos accesos el uso del Fan-ID porque se colapsó el servidor.
LOS ÁNGELES — Hace tres años, Yon de Luisa (FMF) y Mikel Arriola (Liga MX) fueron los patiños de la violencia y de los violentos en el futbol de México. Hace tres años anunciaron medidas para erradicar el futbol de Querétaro, pero, principalmente, para sofocar la sempiterna barbarie en los estadios de México.
Peroratas de ambos. Terminaron, las voces de ambos, siendo voces cómplices, propagadoras del ejercicio hostil y violento en el futbol de México. Y sí, los dueños de los equipos, entre la impunidad, la inmunidad y el desdén, los aplaudieron, sí, porque el silencio es una forma de consentir y consensuar. El servilismo incluye la mordaza.
Hace tres años, Yon y Mikel prometieron acabar con las barras bravas, fortalecer las restricciones para frenar el ingreso de objetos criminales, y con tipos con tendencias criminales, aún con aquellos soliviantados y amamantados clandestinamente por los clubes.
Nada ha cambiado. Desde la masacre en Querétaro perpetrada contra aficionados del Atlas, nada ha cambiado. Y la palabra masacre es irrefutable. Familias de víctimas rojinegras han sido silenciadas, entre amenazas y compensaciones.
Ha habido, desde entonces, desmanes en Monterrey, Torreón, Guadalajara, Ciudad de México, León, San Luis, Querétaro, Pachuca, Aguascalientes, etcétera.
El Fan-ID resultó una farsa. Y la culpa, única y exclusivamente, es de los clubes. Sí, los equipos son confirmados cómplices activos de criminales aparentemente pasivos. Hiere que nadie te herirá.
¿Por qué no funciona el Fan-ID? Simplemente porque los clubes se niegan a invertir en algo tan pueril como un internet de alta velocidad. Es decir, apenas unos cientos de pesos más al mes. Para ellos, para los dueños de equipos, son más caros los gigabytes que una vida humana. Tienen apagado el módem de la sesera.
Ocurre que cuando se acerca la hora del partido, especialmente en estadios de alto riesgo y en partidos de alto riesgo, los servidores se colapsan y las personas encargadas de verificar el Fan-ID no cuentan con señal para hacer el proceso. Y terminan abriendo las puertas indiscriminadamente. Y entra cualquiera y como quiera.
Ocurrió apenas en Zapopan. Aficionados aseguran que para entrar al estadio Akron, de Chivas, se abortó en algunos accesos el uso del Fan-ID porque se colapsó el servidor. Y ni Amaury Vergara ha hecho nada, y ni siquiera su patrocinador, para evitar ensuciar su nombre, exige mejor servicio. “Gente que cuida gente”, reza OmniLife. Un lema sin palabra de honor.
Ojo, no se trata de personalizar negligencias, desinterés o ineptitud. La referencia no es porque es Chivas o porque el rival haya sido el América, y Kevin Álvarez saliera con la pierna tasajeada. Víctima y victimario visten de civil.
Porque la desidia y la indolencia se presentan en todos los estadios de México, pero, no se olvide que apenas en noviembre pasado, un aficionado del Atlas (Óscar Soria), fue apuñalado en el mismo Akron. Entonces entró un arma blanca y esta vez un aficionado dispuso de una botella de vidrio.
En esa ocasión, tras las pruebas evidentes del apuñalamiento, el Akron fue vetado por sólo un partido por la Comisión Disciplinaria. Pero, el castigo fue rebajado, inexplicablemente, y sólo se redujo el aforo en un 25 por ciento, tras la apelación del Guadalajara.
Pero, así como ha ocurrido con Chivas, el resto de dueños de equipos han terminado por ser unos cínicos compinches al no tomar acciones drásticas para erradicar la violencia. Claro, el decálogo estéril, inútil, impotente, que recitaron como marionetas en descrédito, Yon y Mikel, hace tres años ya, terminó por ser, más un levantar la veda y propalar y propiciar la barbarie, que un drástico acto pacifista.
Sí, lo más aterrador es que la violencia se ha vuelto un inquilino ocasional, que ya es visto casi con desinterés, a no ser el ocasional, fútil y breve escandalillo en redes sociales.
Y claro, vendrá el parche de ocasión. El remedo de remiendo. La Liga MX anunció este domingo que procederán las investigaciones pertinentes. Es decir, proferir un castigo, que luego puede ser apelable, y más condonable que lo condenable del hecho.
Ese mismo día, hace tres años, Mikel Arriola y Yon de Luisa aseguraron que para el siguiente torneo, el Apertura 2022, ya no habría futbol en Querétaro, una plaza ciertamente maldita. Hoy sigue siendo un equipo regenteado por un promotor que tiene control sobre diversos equipos en México, colocando técnicos y jugadores, como lo es Christian Bragarnik.
Así, a sabiendas de que en realidad no existe castigo, como ha quedado en evidencia en estos últimos tres años, hay licencia absoluta para que, entre el vandalismo y el crimen, se apoderen de los estadios de México.