domingo, junio 15, 2025

Los españoles en Gibraltar, a la espera del tratado: “Antes era el 100% de incertidumbre, ahora el 50%” | España

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Javier Postigo unió los puntos tras leer un titular el pasado 10 de junio: “La Comisión Europea sacará a Gibraltar de su lista de jurisdicciones con riesgo de blanqueo de capitales”. Cogió su teléfono y le escribió a uno de sus compañeros, transfronterizo como él del sector sociosanitario: “Esto significa que el acuerdo estará antes del verano”. Ni un día hizo falta para que su impresión se confirmase; hubo apretón de manos en Bruselas.

Este trabajador de 35 años y de La Línea de la Concepción no ha sido el único que llevaba días atando cabos y esperando una pronta resolución. Los expertos en derecho internacional consultados coinciden en que el complejo contexto mundial ha sido clave para resolver la cuestión del Peñón que, de enquistado que estaba, se había convertido en una piedra en el zapato en las relaciones entre el Reino Unido y la UE. Era necesario zanjarlo.

Hace casi un mes, el runrún en Gibraltar y su entorno se volvió incesante. Después de tres años y ocho meses de negociaciones, era prácticamente el último acuerdo post-Brexit que quedaba pendiente. Postigo, uno de los 15.200 empleados transfronterizos que cada día atraviesan el paso, llevaba días inquieto, al igual que el resto de sus compañeros. Son la viva estampa de cómo lo macro afecta a la vida cotidiana, al día a día de unos trabajadores que llevan décadas buscando certidumbre para acudir en hora a sus puestos de trabajo y resolver sus problemas “con la Seguridad Social”, como explica el linense, agobiado por el eterno problema con las bajas laborales o las pensiones. Ahora que hay acuerdo, mira al futuro de otra forma: “Antes era el 100% incertidumbre porque no sabíamos lo que iba a pasar y ahora queda el 50% de incertidumbre”.

Pese a que las tres partes —España, el Reino Unido y la Unión Europea— han manifestado que el texto del tratado está muy avanzado y estará rematado para otoño, el experto en derecho internacional de la Universidad de Cádiz (UCA), Jesús Verdú, cree que todo se ha acelerado en las últimas semanas por motivos exógenos y de calado internacional: “Después de estos años duros de negociaciones, al final, los factores Trump y Putin han sido claves. El Reino Unido ha visto cómo un aliado tradicional como Estados Unidos desde la victoria de Trump es un potencial enemigo que desafía el conjunto de reglas que han regido las relaciones euroatlánticas. Ahí, el Reino Unido no deja de ser un país europeo, y ve una amenaza real”.

Paso de vehículos en la Aduana entre España y Gibraltar. FOTO: MARCOS MORENO

El empresario gibraltareño Bruno Callaghan veía tan poco claro el futuro que lleva ya casi dos años posponiendo la reconstrucción del hotel Caleta en Gibraltar. El miércoles siguió con atención el anuncio de acuerdo y ahora respira aliviado. Pero no lo hace solo por el contexto económico proclive que ahora se abre y que él aprovechará para retomar la inversión pendiente, sino porque entendía que el tratado encajaba a la perfección en el nuevo contexto internacional que vive Europa. “En el mundo de hoy hay que reconocer que el enemigo es Rusia o Corea del Norte, no España o Europa”, explica el empresario. Una impresión similar se ha llevado el catedrático de Derecho Internacional de la UCA Alejandro del Valle después de una reciente visita al Reino Unido: “Nunca les había escuchado referirse a sí mismos como europeos como ahora. Creo que, gracias a Trump, el país va a encontrar un sitio confortable, de reencaje con la Unión Europea”.

Pero para poder avanzar en esa relación, había un elemento distorsionador: Gibraltar. El propio ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares ya explicó a EL PAÍS que “sin antes cerrar este capítulo” no podía avanzar. Y no es precisamente porque el Peñón preocupe sobremanera en Europa, algo que Verdú asegura, sino porque “no podía ser un tema que genere un ambiente negociador turbio”. Para el experto esa es justo la diferencia clave en el contexto que se da ahora y que no existía cuando se firmó el acuerdo intenciones previas en la Nochevieja de 2020. En aquel entonces se preveía que el tratado que ahora se espera para el próximo otoño iba a tardar unos meses, pero las negociaciones se han alargado años.

Como Postigo, Del Valle también advirtió una señales de que algo se estaba moviendo cuando el Gobierno del inglés Keir Starmer dio a conocer a primeros de junio su Revisión Estratégica de la Defensa, una importante inversión que, además, establecía a Gibraltar como pieza clave. El catedrático liga ese reconocimiento al intenso debate que las bases militares llanitas han generado hasta el extremo de alargar el acuerdo. “Al final creo que ganan todos. El Reino Unido mantiene sus bases con independencia, los gibraltareños tienen su vida resuelta desde el punto de vista económico y España queda en privilegio porque Gibraltar, en cierta forma, se incorpora en Schengen de la mano de España. La última palabra será de España porque una cosa es el control [que será de las policías gibraltareña y española] y otra la decisión”, razona el experto.

Aunque todavía quedan meses de cerrar flecos técnicos, Del Valle defiende que el anuncio del miércoles tiene matiz vinculante, con la venia de la convulsa y debilitada situación del Gobierno español, tras el caso Koldo: “El anuncio del acuerdo deslía la madeja del simbolismo con el tema de la policía y la seguridad. Hay un raro equilibrio que puede ayudar a desliar estas cuestiones simbólicas”. Así que ahora Verdú no puede ocultar su curiosidad sobre cómo se resolverán todas estas cuestiones desde un punto de vista jurídico. Cita el ejemplo de las cuestiones medioambientales y se pregunta qué ordenamiento seguirá Gibraltar o ante qué tribunal responderá en caso de duda o litigio.

“Como jurista, el acuerdo político es bien intencionado, presenta dudas, pero necesita ser desarrollado jurídicamente. Se parte de una voluntad política, pero hay que trasladarla a textos jurídicos vinculantes. Requiere imaginación, pero si el político te lo dice, el jurista encuentra la vía”, apunta el experto Verdú. Ante tantos temas a tratar y desarrollar, el borrador ya va por las 200 páginas, sin incluir los largos anexos que lo deberán acompañar. A Del Valle no le sorprende. “Yo era partidario de un tratado sencillo con una comisión mixta que vaya resolviendo. Pero se ha optado por un macrotratado, que es más complejo de hacer. En definitiva, se va a quedar como un área internacionalizada bajo bandera europea y eso va a ser una novedad histórica”.



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