España y México viven un nuevo desencuentro diplomático después de que la futura presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, no invitara al rey de España, Felipe VI, a la toma de posesión y de la negativa del Gobierno español a enviar ningún representante, como muestra de rechazo, lo que implica la inédita ausencia de España en la ceremonia.
La decisión de México de excluir al monarca es el último capítulo del progresivo deterioro de las relaciones diplomáticas entre ambos países, que comenzó hace cinco años, cuando el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) exigió que España se disculpase por los excesos cometidos durante la conquista.
Aunque el monarca español asistió a la toma de posesión de López Obrador el 1 de diciembre de 2018 y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, fue el primer líder extranjero recibido por el mandatario mexicano, las tensiones han sido constantes.
Con la llegada de Sheinbaum, quien será la primera mujer presidenta de México, se esperaba que, al menos en el tono, las relaciones podrían suavizarse y entrar en una nueva etapa, dada la importancia de los vínculos económicos, comerciales y culturales de ambos países.
Primera vez que el Gobierno español no envía representación
Sin embargo, la exclusión ha provocado, en un hecho sin precedentes, que el Gobierno español haya optado por no enviar a ningún representante a la toma de posesión el 1 de octubre.
La presidenta electa de México explicó el miércoles que no invitó al rey de España, Felipe VI, a su ceremonia de investidura, porque el monarca no respondió a la carta enviada en 2019 por Andrés Manuel López Obrador para que pidiera perdón por la conquista.
“Lamentablemente, dicha misiva no mereció respuesta alguna de forma directa, como hubiera correspondido a la mejor práctica diplomática de las relaciones bilaterales. En cambio, parte de la carta se filtró en medios de comunicación”, aseguró Sheinbaum en un comunicado.
La futura presidenta dijo haber recibido una llamada “hace un par de días” del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, para conversar “sobre el particular”, sin ofrecer detalles.
Desde Nueva York, donde participó en la Asamblea General de Naciones Unidas, Sánchez expresó su “enorme tristeza” por la decisión de Sheinbaum.
“Es una lástima que se trate de utilizar la figura de Felipe VI en una polémica que no obedece al sentir de la sociedad española. Nuestro propósito es defender a las instituciones y no aceptar la exclusión”, señaló.
El cruce de declaraciones se mantuvo el viernes cuando la canciller mexicana, Alicia Bárcena, supeditó la normalización de las relaciones con España a una “ceremonia de desagravios” en una conferencia de prensa en la ONU.
Por su parte, también desde Naciones Unidas, el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, replicó que el Gobierno quiere mantener “las mejores relaciones” con México, pero ha dejado claro que siempre defenderá las instituciones españolas, “empezando por la más alta, la jefatura del Estado”.
Clave interna
Para el profesor de Estudios Internacionales de Universidad Iberoamericana de México, Mauricio Meschoulam, la crisis con España tiene que interpretarse desde el punto de vista interno, como muestra de continuismo político por parte de Sheinbaum, quien pertenece al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), partido fundado por el todavía presidente mexicano.
“La selección de las críticas a España no es de Claudia es de López Obrador, lo que hace Claudia Sheinbaum es reutilizar esa herramienta. Es una muestra de continuidad. Ya que no es algo nuevo, es algo que el gobierno de López Obrador traía como bandera”, aseguró Meschoulam a EFE.
A juicio del experto, la crisis diplomática “no tiene sentido desde el punto de vista económico o comercial, pero sí funciona en clave interna para mantener la estrategia discursiva” por lo que no prevé repercusiones “profundas”.
España es uno de los principales socios comerciales de México, y en 2023 fue el segundo mayor país de origen de inversión extranjera directa tras Estados Unidos.