La campaña electoral para las elecciones legislativas argentinas de este domingo ha sido eterna para Javier Milei. La derrota por 14 puntos infligida por el peronismo a La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires el pasado 7 de septiembre desató una intempestiva tormenta financiera que amenazó con hundir de un solo golpe el valor del peso y disparó el riesgo país, que mide la confianza de los inversores, hasta cerca de los 1.500 puntos básicos. Durante semanas, el Gobierno de Milei peleó por mantener bajo control la cotización de la moneda nacional hasta que, al borde de quedarse sin liquidez, el pasado 9 de octubre lo salvó la mano generosa de Donald Trump.
El Tesoro estadounidense ha vendido más de 1.500 millones de dólares en el mercado cambiario argentino en las últimas dos semanas y medio —según cálculos privados— y la Casa Blanca ha anunciado un paquete de ayuda de hasta 40.000 millones de dólares que incluye un intercambio de monedas o swap y un crédito de bancos privados todavía en negociación. La ayuda de Trump a Milei cuando tenía el agua al cuello le ha permitido llegar a las elecciones a costa de cederle al republicano el timón de la economía. Salvo sorpresas, la influencia estadounidense se mantendrá después de la cita electoral.
Desde el 7 de septiembre hasta este viernes, el peso perdió casi el 10% de su valor respecto al dólar y cerró en 1.515 pesos por unidad estadounidense. El Gobierno de Milei llevó a cabo todo tipo de intervenciones para evitar una depreciación aún mayor que pusiese en riesgo el descenso de la inflación, su mayor logro económico. Primero apeló a reservas del Tesoro, después a dólares obtenidos por la polémica eliminación por tres días del impuesto a las exportaciones agrícolas, y por último, a Trump. El ministro de Economía, Luis Caputo, dijo este jueves que se siente cómodo con el tipo de cambio actual. El mercado, sin embargo, opera como si diese por hecha una devaluación poselectoral que ponga fin al sistema de bandas que rige desde abril, cuando el Gobierno acordó un rescate de 20.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional.
El extraordinario respaldo del Gobierno estadounidense no ha disipado hasta ahora las dudas de los inversores sobre la capacidad de pago de Argentina y el riesgo país sigue por encima de los 1.000 puntos básicos.

La incertidumbre financiera ha dejado en segundo plano una economía que se ha enfriado respecto a seis meses atrás y que crece a dos velocidades. Algunos sectores —como la minería y los servicios de intermediación financiera— han dado un gran salto hacia adelante en lo que va de 2025, con un avance del 9% en el primer caso y del 26% en el segundo. Otros sectores claves para el empleo, en cambio, han sufrido retrocesos: del 5,1% interanual en el caso de la industria y del 1,7% en el comercio, según los últimos datos oficiales.
En los dos últimos meses, además, la situación de muchos hogares se ha complicado con la interrupción abrupta del crédito tras la disparada de las tasas de interés. “La mora en tarjetas de crédito de las familias está en un pico histórico. El 5,7% del total de créditos otorgados no se está pudiendo pagar, eso significa que hay familias con la soga al cuello”, señala el economista Santiago Bulat, director de la consultora Invecq.
Cambios en el Gabinete
La renuncia del empresario Gerardo Werthein al frente de la Cancillería a cuatro días de las elecciones provocó un cimbronazo político. Milei designó como reemplazante al hasta entonces secretario de Finanzas, Pablo Quirno. Con esa decisión, el presidente ultra entrega la política exterior al Ministerio de Economía y muestra que la diplomacia continuará orbitando alrededor de Estados Unidos.

El ascenso de Quirno se produjo en paralelo a la llegada al país del titular de JP Morgan, Jamie Dimon, con quien se negocian las garantías del préstamo privado que Trump busca para Argentina. Quirno trabajó en este gigante bancario estadounidense, al igual que el ministro Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili. Con esa tríada en puestos clave, Milei desdibuja todavía más las fronteras entre la política y el mercado. El voto de los argentinos este domingo definirá si aprueban o no el rumbo actual.