Sarahí Meza Moreno
Este 8 de marzo de 2025, mujeres y niñas exigieron justicia por las decenas de feminicidios en la Montaña de Guerrero. Las principales calles de Tlapa fueron escenarios de protestas. Las cruces moradas que llevaban con los nombres escritos de mujeres asesinadas, las veladoras encendidas y los gritos de rabia generaba un ambiente lúgubre, pero también de resistencia contra la imparable violencia machista en una región golpeada por la pobreza y el olvido.
Mujeres vestidas con ropa morada comenzaron a marchar cerca de las 5:30 de la tarde a la altura de la radiodifusora La Voz de la Montaña. Con pancartas y consignas como “Ni una más, ni una más, ni una asesinada más”, recorrieron la avenida Heroico Colegio Militar hasta llegar al centro comercial El Che, donde doblaron y continuaron sobre la calle Morelos para terminar en el ayuntamiento municipal.
Durante el recorrido el contingente gritaba los nombres de víctimas de feminicidio: Dominga, Leuteria, Aurelia, Griselda, Teresa, Florencia, María, Paulina, Josefa, Catalina, Kenia, Yamil, Cintia, Delfina, Abigail, Abelina, Nereyda, Maricela y Honorina. Los mismos nombres se apreciaban en las cruces que llevaban al frente de la marcha, junto con una lona donde exigían justicia para todas las mujeres asesinadas en los municipios de la Montaña.
En la caminata la hermana y la sobrina de la joven Yanderi Tahimí, desaparecida en Tlapa el 3 de marzo del 2017 cuando tenía 21 años, seguían el paso con una veladora en las manos. Marcharon para recordarles a las autoridades que Yanderi y decenas de mujeres más hacen falta.
Cuando llegaron al ayuntamiento las manifestantes colocaron sobre los escalones las cruces con veladoras blancas. Al lado de las cruces ondearon banderas moradas y colocaron un tendedero para denunciar deudores alimenticios y feminicidas. El resto de las mujeres y niñas pegaron sus carteles y algunos boletines de búsqueda de mujeres desaparecidas en las paredes. Después se formaron en semicírculo alrededor de las cruces para escuchar un comunicado en el que criticaron a las autoridades por la falta de seguridad. “Salimos a las calles porque estamos hartas de tener miedo, de sentirnos inseguras. Salimos a las calles porque cada día siguen matando a 10 de nosotras. Salimos a las calles porque violan, nos golpean, nos amenazan, nos despiden injustificadamente y nos acosan. Lo peor es que nos casan siendo menores, y no hay nadie que nos defienda. Sin embargo, hoy somos más fuertes”, mencionaron.
Agregaron, “hoy marchamos juntas por nuestras amigas, por nuestras hermanas, por nuestras mamás y en nombre de nuestras abuelas. Hoy marchamos por las mamás pidiendo justicia por sus hijas y por las mujeres que no pueden alzar la voz. Hoy es un día para recordar que todas las mujeres han luchado y resistido, que faltan mujeres por la violencia. La desigualdad y la indiferencia de las autoridades es más profunda. Es necesario cuestionarnos como sociedad y comprometernos al cambio real y duradero. No podemos ignorar las cifras y los rostros de aquellas que fueron silenciadas. Necesitamos construir un mundo donde las niñas puedan crecer seguras, sin miedo de ser quienes son. Es un deber colectivo erradicar las raíces del machismo, la discriminación y la violencia que nos persigue. Es importante crear espacios más seguros y fortalecer nuestro respaldo. Juntas somos más fuertes. No que no, sí que sí, ya volvimos a salir”, “porque vivas se las llevaron, vivas las queremos”.
Alondra Cecilia González Sánchez dirigió un coro de jóvenes y niñas llamado Xopancuicatl, que significa “el canto que nace”. Cantaron Querida muerte, de René Goust; Derecho de nacimiento, de Natalia Lafourcade; Canción sin miedo, de Vivir Quintana, y Hay secretos, de Canticuénticos que habla sobre la violencia infantil. Alondra tomó la iniciativa de formar un coro por un proyecto con el que pretendía abordar temas de violencia de género a través de la música, enfocado en las niñas y jóvenes. La intención es que con las canciones que cantan se internalice que las mujeres tienen derecho a alzar la voz sin importar la edad, así como hacer conciencia de las múltiples violencias hacia las mujeres y, sobre todo, crear una red de apoyo.
“El acoso está invisibilizado en esta ciudad, no se habla por miedo, se ignora, y todas las niñas sufren en el transporte público. Yo exijo que las autoridades aborden el tema porque veo desprotegidas a las adolescentes y a las infancias. Se normaliza que haya adultos mayores buscando entablar relaciones con alumnas de secundaria o hasta de primaria y nadie pone un alto. Lo más difícil es que se les culpa a ellas. No se toman acciones y creo que compete a nuestro gobierno poner un alto, que se visibilice, que haya un lugar donde denunciar el acoso”, señaló Alondra Cecilia.
Las autoridades municipales, estatales y federales no les interesa la violencia contra las mujeres. Tlachinollan ha registrado 130 feminicidios desde el 2006 al 2025, pero las instituciones no han realizado las investigaciones. Al contrario, les han negado la justicia a las víctimas. Los feminicidas andan libres, en plena impunidad. Están desprotegidas, pero son las mujeres y niñas quienes han tenido que resistir contra la violencia patriarcal.