domingo, octubre 26, 2025

Si la burbuja de la IA estalla, ¿provocará una crisis financiera? | Negocios

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El cofundador de OpenAI, Sam Altman, el CEO de Meta, Mark Zuckerberg, y el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, se han unido al coro de personas que hablan de una burbuja de la inteligencia artificial (IA) y expresan su temor por una posible caída en picada de la economía estadounidense cuando estalle. ¿Pero cómo sería una caída en picada después que estalle la burbuja?

Dada la debilidad de casi todos los demás sectores de la economía estadounidense, bien podría significar una recesión. Sin embargo, las recesiones económicas son muy variadas, y las peores tienden a surgir luego de crisis financieras. Sin embargo, la mayoría de los expertos (con algunas excepciones) no han advertido sobre la posibilidad de que la burbuja de la IA provoque una crisis financiera. Por el contrario, la opinión generalizada parece ser que, si se produce una recesión, se parecerá más a la que siguió a la burbuja de las puntocom en 2000 que a la que surgió tras la crisis financiera global de 2008.

La historia respalda, en cierta medida, esta opinión. Un conocido documento sobre burbujas y crisis financieras concluye que “la era posterior a la Segunda Guerra Mundial parece haber experimentado numerosas burbujas de los precios de las acciones que no se convirtieron en episodios de crisis financieras”. Pero los autores también señalan que las burbujas de los precios de las acciones pueden precipitar crisis financieras si están alimentadas por dinero prestado. Al fin y al cabo, la Gran Depresión estuvo precedida por una burbuja bursátil de los “felices años 20” alimentada por la deuda.

Esto es importante porque, como señala el economista Noah Smith, los bancos están financiando fondos de “crédito privado” que, a su vez, están prestando dinero para financiar la construcción de centros de datos para un auge anticipado de la IA. Smith se pregunta si habrá impagos de esos préstamos para la construcción cuando estalle la burbuja de la IA, y si las pérdidas del crédito privado podrían provocarles una crisis a los bancos que, en última instancia, otorgaron ese crédito.

También cabe preguntarse si el estallido de la burbuja de la IA podría comprometer la capacidad de otras instituciones financieras no bancarias para saldar sus préstamos. Un reciente informe de un analista de JPMorgan sobre las operaciones de los fondos de cobertura señala que la concentración en las acciones tecnológicas de los “Siete Magníficos” (empresas como Amazon, Microsoft y Nvidia) se mantiene cerca de máximos históricos. Sin embargo, los precios de estos valores dependen, en gran medida, de las ambiciones en materia de IA de las empresas. Si no alcanzan sus objetivos y los precios colapsan, los fondos de cobertura altamente apalancados pueden verse obligados a realizar ventas forzosas, deshaciéndose de acciones para hacer frente a los márgenes de garantía o reembolsar préstamos bancarios. Y si esas ventas forzosas no producen suficiente liquidez, los fondos incumplirán sus obligaciones de reembolso, lo que podría socavar la situación financiera de los agentes de bolsa, los operadores primarios y los bancos que les concedieron créditos.

Asimismo, la misma dinámica también hará bajar aún más los precios de las acciones tecnológicas, lo que podría obligar a otras instituciones financieras apalancadas a vender sus carteras, y así sucesivamente. Tampoco debemos suponer que las instituciones financieras desesperadas por conseguir liquidez se limitarán a vender acciones tecnológicas. Por el contrario, pueden necesitar -o preferir- deshacerse de otros tipos de activos, trasladando los problemas a otros mercados de activos.

Ese escenario no es descabellado. La Fed informa que el apalancamiento de los fondos de cobertura alcanzó niveles históricamente altos en 2024, y en un comentario de septiembre de 2025, el analista Adam Josephson señala que “el endeudamiento/apalancamiento de los fondos de cobertura se encuentra en un máximo histórico de 6,2 billones de dólares, un aumento de más del 25% con respecto al año anterior, a finales de marzo”. En concreto, los préstamos de margen pendientes de los agentes de bolsa y los acuerdos de recompra de los operadores primarios se encuentran en niveles históricamente altos. Y los préstamos bancarios (en particular los de los grandes bancos) a instituciones financieras no bancarias -incluidos agentes de bolsa, operadores primarios y los propios fondos de cobertura- también han aumentado significativamente, y los préstamos bancarios a las IFNB ahora representan “1,7 billones de dólares en préstamos bancarios, o el 13% de los préstamos pendientes”.

Mientras tanto, los reguladores financieros estadounidenses siguen permitiendo esta expansión del apalancamiento, a la vez que dan luz verde a la integración de los mercados financieros tradicionales con los criptomercados (que también están plagados de apalancamiento). A pesar de los discursos sobre el Bitcoin y otros criptoactivos como cobertura frente a los riesgos de otros mercados, sus movimientos de precios están muy correlacionados con la renta variable.

En consecuencia, cabe esperar que los precios de las criptomonedas caigan cuando estalle la burbuja de la IA, y no solo por la dinámica de la venta masiva. Tanto la burbuja de las criptomonedas como la de la IA se han inflado como resultado del mismo tipo de narrativa sobre nuevas tecnologías que rompen viejos paradigmas. Si la evidencia de las limitaciones de la IA empieza a calar en la conciencia pública durante un desplome del mercado, un sentimiento más pesimista sobre los activos tecnológicos podría socavar también el auge de las criptomonedas.

Esto podría provocar un desplome de los criptoactivos tipo Ponzi, como Bitcoin, así como de las stablecoins (monedas estables) respaldadas por activos. Si los emisores de monedas estables se ven obligados a retirar sus reservas de efectivo de los bancos, podrían desencadenar una corrida contra esas instituciones; y si se ven obligados a deshacerse de los bonos del Tesoro de sus reservas, otro mercado financiero de importancia crítica podría ser absorbido por la vorágine.

Puede que los expertos no esperen que un desplome bursátil provoque una crisis financiera, pero ¿y si se equivocan? Con el apalancamiento acumulado en tantas partes del sistema y los movimientos de los precios de los activos tan correlacionados, ¿qué pasaría si el sistema financiero fuera un polvorín que pudiera explotar a la primera chispa?

Por supuesto, es posible que el sistema financiero capee el estallido de la burbuja de la IA, sobre todo si el final llega con un leve silbido y no con un estallido repentino. Pero no deberíamos contar con ello.



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