sábado, agosto 2, 2025

Si va a Japón, mejor lleve tarjeta para pagar | Carta del corresponsal

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Al vetar el uso de dinero en efectivo durante sus seis meses de duración, la Expo Osaka Kansai 2025 marca un hito en las ferias universales y lleva a cabo un experimento sin precedentes en un país proclive a terremotos y tsunamis y acostumbrado a guardar en casa, junto a las provisiones, el casco y la linterna, una razonable cantidad en billetes de 10.000 yenes (algo más de 57 euros).

Desde el 13 de abril, más de 180 pabellones de países, organizaciones internacionales y empresas, exhiben ciencia, tecnología, cultura, costumbres y gastronomía para miles de visitantes. Si se cumplen las previsiones de asistencia, hasta el 13 de octubre unos 28 millones de personas habrán comprado un peluche de la mascota de la Expo, una cerveza artesanal o habrán pagado en el de España el ya famoso menú de “17+2 tapas y pinchos” con dinero electrónico.

El anuncio de que la Expo de Osaka sería cashless (sin billetes) y que asumiría “el desafío de acelerar la transición de Japón hacia una sociedad sin dinero en efectivo” produjo gran revuelo en un archipiélago situado en la intersección de cuatro placas tectónicas considerada como una de las zonas con más actividad sísmica del mundo. Los cortes de electricidad, como el ocurrido en la península de Noto el 1 de enero de 2024, tras un devastador terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter, son un recordatorio del riesgo de depender de la banca virtual, de cajeros automáticos, de aplicaciones financieras o de cualquier otro sistema de pago que funcione con electricidad.

En la ralentización de la desaparición de los yenes físicos se suma la costumbre japonesa de regalar sobres con dinero en efectivo para felicitar a los recién casados o a los estudiantes que se gradúan de la Universidad. Al inicio de los funerales, los familiares del difunto reciben sobres con billetes cuya cantidad varía según el grado de cercanía con el muerto. Otro factor es la reticencia de las personas mayores a pagos digitales con dispositivos electrónicos sujetos a interminables innovaciones.

El Gobierno japonés intenta desde hace años ponerse al día en la digitalización monetaria consciente, no solo de la rápida adopción del dinero electrónico en países vecinos como China y Corea del Sur, sino también de la reducción de los costes de infraestructura relacionados con el uso de efectivo, la mejora de las gestiones comerciales y la escasez de mano de obra que sufre el país más envejecido del planeta.

En 2018, tres años antes de que la pandemia generalizara las compras a distancia, Japón empezó a promover los pagos virtuales con un programa llamado Vision Cashless (Vision sin efectivo). Fijó entonces una “tasa de uso de pagos digitales” y se propuso alcanzar el 40% para el año 2025. De hecho, el pasado año la tasa de pagos sin efectivo en Japón fue del 42,8%, según un informe reciente del Ministerio de Economía, Industria y Comercio. El mismo documento explica, sin especificar una fecha, que el nuevo objetivo para los intercambios sin moneda física será del 80%. El Banco de Japón por su parte, ha puesto en su agenda la propuesta de una moneda digital del banco central (CBDC). Este organismo lleva dos años de consultas con empresas privadas y con el Gobierno para un programa piloto en esta materia.

Ventajas

Entre las ventajas citadas por los organizadores de la Expo de Osaka figuran la simplificación del pago para los visitantes, la reducción del tiempo en los cajeros y el menor riesgo de contagio de virus, además de una reducción de medidas de prevención de delitos y del tiempo de gestión de efectivo. Kansai, la región donde se sitúa Osaka, es famosa por el talante comercial de sus habitantes, su cautela en el gasto de cada yen y su “obsesión por el efectivo”. Según el diario Sankei, el reto de la Expo será convencer a la gente de Kansai de que las comisiones de las empresas que gestionan los pagos no son excesivas.

Japón, que en la Expo de Osaka de 1970 lanzó el primer teléfono inalámbrico y en 1994 patentó el código QR, tiene ahora el reto de crear un sistema de pagos universal y accesible, adaptado a su crisis demográfica.

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