domingo, julio 6, 2025

Trump: narrativa cambiante y horizonte variable | Negocios

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El dólar estadounidense acumula una depreciación frente al euro del 14% en el primer semestre del año, una variación que se sitúa en el percentil noventa y nueve de la distribución histórica para este cruce. Muy pocas veces, por tanto, el par ha evolucionado tan a favor del euro desde la creación de la moneda única.

Dejando a un lado la preocupación que la apreciación del euro ya genera al BCE –y que daría para otro artículo-, nos centramos en la relación que puede tener la intensa cesión del dólar con la implementación de la agenda Trump. Del intenso temor a la erosión del “excepcionalismo” de EE UU de abril (ver artículo de El País aquí) hemos pasado a una situación con muchos más matices.

Los días posteriores al Liberation Day fueron testigo de un abandono de posiciones en activos estadounidenses (caían la Bolsa, los bonos del Tesoro y el dólar se depreciaba) y de un refugio en activos fuera de aquella jurisdicción. La pérdida de confianza en EE UU y sus activos era, creemos, evidente. Hoy, esta lectura es mucho más matizada. El dólar ha seguido depreciándose, pero las Bolsas estadounidenses -lideradas por las principales compañías tecnológicas- y el precio de la deuda pública estadounidense se han recuperado de forma notable (aunque el mercado de bonos sigue cotizando, en otras dimensiones más técnicas, el temor a una perspectiva fiscal complicadísima a medio plazo).

Esta mejora en la configuración de mercado ha sido paralela a la implementación de la agenda Trump y a las reacciones de terceros países. La percepción de caos e intenso pesimismo inicial está dejando paso a una lectura más matizada, al menos en un horizonte de corto plazo.

En la antesala del 9 de julio, final de la tregua de los aranceles anunciados por Trump, las negociaciones bilaterales evolucionan, en general, de forma positiva. El caso base sigue siendo un arancel general del 10%, que tendrá un impacto económico negativo, pero una probabilidad de disrupción severa baja.

En política exterior, decae la percepción de que EE. UU. dimite de su rol de garante de la seguridad global. El aislacionismo que Trump vende a su público doméstico contrasta con la decisiva y quirúrgica actuación reciente en Irán. Sin “botas sobre el terreno” y con formas cuestionables, EE UU se ha apuntado un tanto (en un conflicto al que aún le quedan batallas, diplomáticas o militares) frente a la sonora ausencia de China y Rusia.

El frente fiscal no ha mejorado. No hay espíritu de enmienda a medio y largo plazo y el aumento del déficit está garantizado con la aprobación de la Ley Fiscal “grande y bella”. Aun así, se reduce la incertidumbre, palabra que rima mal con estabilidad económica y en los mercados.

En balance, la percepción de caos y disrupción iniciales de la agenda Trump ha ido reduciéndose con su implementación práctica. Los mercados están hoy más tranquilos. Pero el horizonte temporal y las formas son muy relevantes, tanto como el fondo. El riesgo de deriva hacia una posición de desequilibrio global a medio y largo plazo sigue siendo elevado.



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