Marruecos se prepara para la llegada del maná de la mayor inversión de su historia —unos 12.500 millones de euros, cerca del 10% de su producto interior bruto— para saciar su sed de agua, tras siete años de sequía, y de energía, que debe importar en un 90%. La Agencia Nacional de Electricidad y Agua (ONEE, por sus siglas en francés) y el Fondo Soberano Mohamed VI para las Inversiones han suscrito recientemente este acuerdo del siglo junto con Taqa, empresa controlada por Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), y Nareva, la compañía energética del grupo Al Mada, propiedad de la familia real alauí.
Los objetivos de la megainversión son la construcción de una línea de alta tensión de gran capacidad que conecte los campos fotovoltaicos del Sáhara con las áreas industriales de Casablanca y el centro de Marruecos, de las que distan 1.400 kilómetros. En paralelo, los inversores de ambos países instalarán tres parques eólicos entre Bojador y Dajla (la Villa Cisneros de la excolonia saharaui española) y una central de ciclo combinado de gas natural próxima a Tánger.
En la capital del Estrecho está prevista también la construcción de una planta desaladora. Otra potabilizadora de agua marina se situará además en el norte, en la provincia de Nador, en las inmediaciones de la ciudad autónoma de Melilla. Otras dos se ubicarán al sur de Agadir, en provincias de una árida costa marroquí con un gran potencial de desarrollo agrícola. Para completar este megaacuerdo se incluye un trasvase entre cuencas, denominado “autopista del agua” en Marruecos, que conecte el caudal de ríos del norte con las superpobladas regiones de Rabat y Casablanca, donde se concentran más de un tercio de los habitantes del país.
En Marruecos ha llamado la atención que los firmantes de la operación se hayan comprometido a suministrar, sin subvenciones públicas, agua desalada a 4,5 dirhams (0,43 euros) el metro cúbico, el mismo precio ofrecido en la megaplanta desaladora que está construyendo la empresa española Acciona con socios locales en el área de Casablanca, que sí cuenta con subvenciones. “Por un efecto espejo, la planta de Casablanca, en la que el jefe del Gobierno [Aziz Ajanuch] figura como inversor [a través de dos empresas vinculadas a su familia] plantea la cuestión de reclamar una doctrina clara en materia de financiación pública”, observa Yassine Majdi, director del semanario Tel Quel, en un artículo editorial.
La Compañía Nacional de Energía de Abu Dabi está participada en un 90% por el Estado y apenas cotiza en Bolsa, con un testimonial 1,4% de capital flotante. Taqa controla ya en Marruecos una gran central térmica en la población costera de Jorf Lasfar, 100 kilómetros al sur de Casablanca, que proporciona cerca de un 40% de la producción eléctrica del país norteafricano.
Tensión geopolítica
Mientras se sellaba el ‘acuerdo del siglo’, la tensión geopolítica entre Marruecos y Argelia, que mantienen sus fronteras comunes selladas desde hace tres décadas y que rompieron relaciones diplomáticas en 2021, parece haber afectado a los planes de la emiratí Taqa, la misma que quiso hacerse con el 40% del capital de Naturgy, de la mano de CriteriaCaixa en 2024. Sonatrach, la empresa estatal argelina de hidrocarburos, posee el 3,85% de las acciones de Naturgy.
Argelia fue el principal suministrador de gas natural a España en el año 2024, con un 38,6% de las importaciones (9,3 puntos más que el año anterior), según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Ambas compañías energéticas comparten también la propiedad del gasoducto Medgaz, que enlaza bajo el Mediterráneo y a lo largo de 240 kilómetros la costa argelina de Orán con la de Almería. Las negociaciones quedaron rotas el 10 de junio, después de hacerse público el acuerdo de 12.500 millones de inversiones entre Marruecos y Emiratos Árabes Unidos.
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