
Las perspectivas de la economía mundial, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), apuntan a un crecimiento del 3,3% para 2025 y 2026, una ligera mejora respecto a 2024, pero aún por debajo del promedio histórico del 3,7% (2000-2019). En las economías avanzadas, el crecimiento sigue caminos divergentes. Estados Unidos mantiene un ritmo sólido con un crecimiento del 2,7% en 2025, favorecido por una política monetaria menos restrictiva y unas condiciones financieras favorables. En contraste, la eurozona avanza a un ritmo más lento con una previsión del 1,0%, reflejando la debilidad competitiva del sector industrial y las exportaciones, en particular en Alemania y Francia.
No obstante, el factor Donald Trump es claramente disruptivo. Y, si lleva a cabo todas sus amenazas, sobre todo las arancelarias, podría afectar muy negativamente al crecimiento mundial incluido el propio EE UU. El comercio mundial enfrenta riesgos importantes por la tormenta arancelaria y las tensiones geopolíticas. De hecho, se están revisando a la baja las previsiones de crecimiento del comercio internacional para 2025 y 2026.
A pesar de este contexto económico marcado por la moderación del crecimiento global, los índices bursátiles han mostrado un comportamiento positivo en los primeros meses del año. En Europa, el Eurostoxx 50 ha experimentado un crecimiento del 12,76%, mientras que el FTSE 100 ha subido un 6,24%. Por su parte, el Ibex 35 se ha incrementado un 14,14%, el DAX 40 ha registrado una subida del 17,63% y el CAC 40 sube un 11,07%. El Eurostoxx, FTSE y DAX están alcanzando nuevos máximos históricos.
En contraste, el crecimiento en los mercados estadounidenses ha sido más modesto. El S&P 500 ha caído un 2,43% desde finales de 2024, el Nasdaq un 6,43% y el Dow Jones avanza un 0,80%. En Japón, el Nikkei 225 se aleja de sus máximos históricos de 2024, con una caída del 5,49% en lo que va de año.
La política arancelaria de Trump podría tener efectos inflacionistas en su propio país, afectando a la política monetaria de la Reserva Federal, que tendría menos capacidad para reducir intereses. La expectativa de mercado es que la inflación en EEUU se está manteniendo por encima del objetivo de inflación del 2%. De ser así, los tipos de interés a largo plazo, que en el último mes y medio han bajado muy apreciablemente (del entorno del 4,8% al 4,2%) por la compra masiva de bonos por los inversores, detendrían su trayectoria e incluso podrían revertirla. Si el trasvase de liquidez a renta fija tiene menos atractivo, se explica que muchos inversores institucionales, incluidos algunos bancos centrales, estén incrementando sus compras de oro, que está en máximos históricos, llegando a cotizar a 2.958 USD el 25 de febrero,
Los inversores están pendientes de las estrategias negociadoras de Trump, de los resultados empresariales y de la evolución de los tipos de interés. El sector tecnológico sigue siendo clave y la inteligencia artificial (IA) avanza a la velocidad de la luz. En la presentación de sus últimos resultados del cuarto trimestre de 2024, Nvidia superó las previsiones con un incremento en las ventas del 78% y del BPA del 71%. La estimación para el primer trimestre 2025 representaría un crecimiento del 65,4% respecto al mismo periodo del año anterior.
El mejor comportamiento de la bolsa europea se explica por un análisis menos pesimista de los expertos, ya que las acciones europeas cotizan con un descuento histórico en comparación con las acciones americanas y ofrecen una rentabilidad por dividendo superior a la de otras regiones que proporciona un patrón de rentabilidad más estable y los resultados del 60% de las compañías del Stoxx 600 superan las expectativas. En cuanto a la situación económica, la ratio de deuda sobre PIB del tercer trimestre de 2024 de EEUU alcanza el 121%, frente al 73,29% del promedio de la eurozona.
El escenario que se abre ante Europa es complejo, pero también lleno de oportunidades. El verdadero desafío para Europa no es solo responder a los aranceles de Trump, sino definir su rol en la nueva configuración del comercio internacional y aprovechar la coyuntura para mejorar su competitividad y consolidar su independencia económica y tecnológica.
La transición hacia una mayor soberanía industrial, tecnológica y de defensa es una necesidad reconocida en Bruselas, pero la presión externa puede acelerar este proceso.
La posibilidad de una segunda ronda de los fondos Next Generation podría ser una oportunidad para materializar estas ambiciones, aunque el aumento del endeudamiento signifique una subida del tipo de interés de los bonos.