Un reciente estudio ha desvelado importantes hallazgos sobre la relación entre nuestras creencias y la manera en que procesamos la información y tomamos decisiones. El estudio analiza cómo los modelos de procesamiento dual, ampliamente utilizados en psicología, explican nuestras preferencias a la hora de evaluar datos y razonar. Estas preferencias pueden influir directamente en creencias y decisiones en situaciones del mundo real, como la adhesión a teorías conspirativas o la valoración del riesgo.
El estudio ha sido publicado en la revista científica Plus One y en él ha participado el investigador español Alex Escolà-Gascón, del Departamento de Métodos Cuantitativos y Estadística de la Universidad Pontificia Comillas.
Procesamiento dual: cómo pensamos
Los modelos de procesamiento dual sugieren que existen dos sistemas diferentes que operan simultáneamente en nuestra mente: el sistema cognitivo-racional y el sistema emocional-intuitivo. Aunque ambos sistemas interactúan, uno de ellos suele predominar según la inclinación de cada individuo.
El sistema cognitivo-racional es consciente, analítico y requiere esfuerzo. Procesa la información de forma lógica y racional, apoyándose en funciones cognitivas más complejas. Por otro lado, el sistema emocional-intuitivo es automático, rápido y menos exigente. Este sistema se basa en emociones, intuiciones y experiencias previas, lo que lo convierte en una herramienta útil para la toma de decisiones rápidas, aunque a veces menos precisa.
La teoría CEST: combinación de razón y emoción
Una de las teorías más destacadas en este campo es la Teoría Cognitivo-Experiencial del Yo (CEST, por sus siglas en inglés). Según esta teoría, desarrollada a partir de principios del psicoanálisis, la ciencia cognitiva y la teoría del aprendizaje, nuestro comportamiento es el resultado de la interacción entre estos dos sistemas: el racional-analítico y el intuitivo-experiencial.
Escolà-Gascón y otros investigadores han utilizado la Teoría Cognitivo-Experiencial del Yo para desarrollar herramientas de medición como el Inventario Racional-Experiencial (REI), que mide la «Fe en la Intuición» (procesamiento intuitivo) y la «Necesidad de Cognición» (procesamiento racional). Estas herramientas han demostrado ser útiles para entender cómo diferentes personas prefieren un tipo de procesamiento sobre otro y cómo esto influye en sus decisiones.
Medición de nuestras preferencias de pensamiento
El estudio también utiliza otras herramientas, como la Subescala de Organización de la Personalidad y Realidad (IPO-RT) y la Escala de Creencias en la Ciencia (BIS). La primera mide la capacidad de distinguir la realidad externa de las percepciones internas, lo que incluye fenómenos como alucinaciones, pensamiento delirante y déficits sociales. La segunda, la BIS, evalúa hasta qué punto una persona valora la ciencia y el método científico como fuente confiable de conocimiento.
Escolà y su equipo encontraron que las personas que tienen puntuaciones altas en la BIS, es decir, que tienen un mayor respeto por la ciencia y el pensamiento crítico, tienden a valorar menos las creencias basadas en intuiciones y emociones subjetivas. En otras palabras, aquellos con una mayor inclinación hacia el pensamiento analítico-racional tienen menos probabilidades de creer en ideas sin fundamento científico, como teorías conspirativas o leyendas urbanas.
¿Cómo influye esto en nuestras decisiones?
El estudio revela que el predominio de uno de estos sistemas de procesamiento puede predecir comportamientos importantes en el mundo real. Durante la pandemia de COVID-19, por ejemplo, la inclinación hacia el pensamiento analítico, medida a través de la BIS, estaba relacionada con una mayor adherencia a las recomendaciones gubernamentales y una menor hesitación frente a las vacunas. Este hallazgo sugiere que las creencias en la ciencia y la racionalidad pueden desempeñar un papel clave en decisiones que afectan a la salud pública.
Por otro lado, las personas que confían más en su intuición y emociones (como indica una puntuación alta en el IPO-RT) son más propensas a creer en teorías sin base científica y en fenómenos paranormales. Esto no implica que el pensamiento intuitivo sea negativo, sino que su preeminencia en algunas personas puede influir en su interpretación de la realidad de maneras que no siempre se basan en la evidencia objetiva.
Un futuro prometedor para la investigación
El trabajo de Escolà no solo aporta nuevos conocimientos sobre cómo pensamos, sino que también señala la importancia de seguir investigando cómo estas herramientas de medición pueden ser mejoradas. Una de las principales conclusiones del estudio es que tanto la IPO-RT como la BIS tienen buenas propiedades psicométricas, es decir, son fiables y válidas para medir las preferencias de procesamiento de las personas. Sin embargo, todavía hay margen para mejorar la estructura de estos instrumentos mediante el uso de modelos avanzados de análisis, como el modelo de Rasch, que ayuda a identificar la dificultad de los ítems y posibles sesgos en las respuestas.