En 2011 Steven Soderbergh dirigió ‘Contagio’, una película de desastres que casi fue profética
Cuando a principios de 2020 estalló la crisis de la Covid-19, la emergencia sanitaria pilló complatamente por sorpresa a muchas personas, por mucho que llevásemos meses oyendo hablar del Coronavirus. Tras el ‘shock’ inicial, una primera (y larga) cuarentena que solo sería la primera de muchas, y la llegada de la distancia social, las mascarillas y los test de antígenos, el Covid sigue viviendo entre nosotros y nos acostumbramos a vivir en pandemia, pero, durante un tiempo, sobre todo en los primeros días en los que nos dimos cuenta que esto iba en serio, nos parecía que estábamos viviendo «una película». Y una en concreto, Contagio, la cinta de Steven Soderbergh de 2011, adquirió una gran notoriedad por su realismo, en la que todo tenía aire de deja vu con lo que se estaba viviendo en todo el mundo.
Este drama, estrenado en 2011, cuenta la historia de un hombre de familia normal (Matt Damon) que intenta hacer frente a un colapso parcial de la sociedad después de que un virus mortal haya comenzado a propagarse por todo el mundo. Steven Soderbergh, su director, y Scott Burns, su guionista, se propusieron hacer la película lo más realista posible. Y lo hicieron, en parte, consultando con muchos expertos en epidemiología.
«Su objetivo era mostrar a la gente una imagen lo más precisa posible, con la esperanza de motivar a los líderes políticos a tomar medidas», comenta sobre el proceso llevado a cabo por el director y el guionista Laurie Garrett, una de las expertas en salud del New York Post a la que consultaron y exfuncionaria de política de salud global en el Consejo de Relaciones Exteriores, un grupo de expertos estadounidense que ha rastreado epidemias durante décadas.
En los primeros borradores del guión de la película, las causas del contagio iban a estar relacionadas con el virus de la influenza que mató a millones en 1918. Pero un virus del mismo subtipo H1N1 conocido como «gripe porcina» apareció en 2009, con afortunadamente pocas víctimas.
«No era una cepa muy virulenta», explica Garrett en las declaraciones publicadas por Allocine. «No tenía sentido usarlo, porque la humanidad acababa de pasar por eso». Por lo tanto, el guion se reescribió para centrarse en un virus hipotético que se había originado en Hong Kong, concebido con la ayuda de Ian Lipkin, director del Centro de Infección e Inmunidad de Columbia.
«En general, hemos visto aparecer muchas enfermedades en Asia debido a la gran interrupción en esa parte del mundo», dice Garrett. «Los murciélagos y las aves están profundamente estresados por la deforestación y el cambio climático». En Contagio, un murciélago deja caer una fruta, que es devorada por un cerdo. Este último luego es sacrificado para ser comido, transmitiendo así un virus a los humanos.
Una de las razones por las que Contagio se percibió como casi profética es la gran cantidad de tramas secundarias, cada una de las cuales representa situaciones y comportamientos que casi siempre acompañan a una pandemia. La proliferación de pseudocientíficos que afirman haber encontrado una cura es un ejemplo de ello en la película. Como el personaje de Jude Law, que interpreta a un bloguero sin escrúpulos que afirma que la forsythia, una planta con flores, puede matar el virus.
El virus, tanto en el cine como en la crisis sanitaria de la Covid-19, ha acabado con la vida de millones de víctimas que padecían síntomas gripales. El distanciamiento social y la desinformación también resultaron predictivos.
En su reseña publicada en la revista Vulture cuando se estrenó la película en 2011, el periodista estadounidense David Edelstein tituló su artículo de la siguiente manera: «Contagio, la película de desastres más ambiciosa jamás realizada». Pero también la más bella (y realista).