El indio Mohit Kumar se sienta en la mesa del dinero. Afincado en Londres desde 2001, el economista jefe para Europa del banco de inversión estadounidense Jefferies suele reunirse con gestoras de activos, fondos de pensiones o hedge funds, por lo que sabe de primera mano cómo respiran los mercados. Durante su paso por Madrid, donde viene cada seis meses, pronuncia varias veces la palabra de moda, incertidumbre, aunque en plena guerra comercial se muestra moderadamente optimista sobre la próxima firma de acuerdos entre EE UU y numerosos países.
Pregunta. Los primeros cuatro meses de Donald Trump han sido muy intensos para los mercados. ¿Qué conclusiones saca?
Respuesta. Primero, la incertidumbre. Creo que ha sido el factor clave. Muchos marcos de referencia para los inversores han cambiado debido al presidente Trump. Los aranceles son, ante todo, una herramienta de negociación. Empezamos con una cifra muy alta y luego negociamos. Debido al mercado, y en concreto, al mercado de bonos, que es el verdadero punto de presión para Trump, ha tenido que bajar las tarifas, pero el presidente de EE UU necesita seguir dando buenas noticias, lo que significa que probablemente veamos acuerdos firmados con el resto del mundo muy rápidamente. Con el Reino Unido ya se ha firmado. Con la India se conseguirá muy rápidamente. Con Japón y Corea del Sur creo que llegarán en los próximos meses. Esa parte es fácil. Se resolverá.
P. ¿Y China?
R. China es más complicada. Esa es una batalla que Trump no puede ganar. Tiene que retroceder porque Estados Unidos tiene varios puntos de presión, ya sean los mercados de valores o de bonos, o los costes de financiación si suben los rendimientos [de la deuda pública]. China puede resistir mucho más que Trump. Así que Trump tiene que recular. ¿Qué significa eso? En mi opinión, cualquier arancel superior al 30% [la tasa actual] no tiene sentido para China. Porque cuando hablamos con nuestros colegas chinos nos cuentan que más allá del 30% los exportadores chinos están perdiendo dinero. Por eso, creo que habrá dos niveles de aranceles: la mayoría de los productos chinos estarán por debajo del 20%, mientras que una porción muy pequeña, que Trump dirá que se considera crítica para la seguridad nacional, podría quedarse en el 50%.
P. Con la UE siguen las conversaciones.
R. Diría que es la parte más complicada. No por los aranceles, sino porque muchas de las discusiones giran en torno a temas no arancelarios, principalmente regulaciones sobre alimentos y tecnología. Una bolsa de patatas fritas fabricada en EE UU tiene más de 10 ingredientes, mientras que en Europa tendría tres o cuatro, porque muchos productos estadounidenses no están permitidos en la UE. Y, por supuesto, Trump quiere que se permitan los productos estadounidenses. No creo que eso vaya a suceder. En cuanto a la tecnología, la UE tiene una de las regulaciones más estrictas del mundo. Y, por supuesto, Trump querría condiciones más flexibles para las empresas estadounidenses, pero esas negociaciones llevan tiempo. Así que no tengo esperanzas de llegar a un acuerdo con la UE en los próximos tres meses. Claro que las negociaciones continuarán. Obtendremos algunas concesiones, pero un acuerdo final podría concretarse a finales de año. En 12 meses, de media, los aranceles estarán entre el 10% y el 15%. Si observamos los aranceles promedio de finales de 2024, vemos que eran solo del 2,5%. Así que, aproximadamente, estamos hablando de al menos un 10% más.
P. En medio de esta vorágine comercial que está impactando al mercado, ¿qué sentimiento percibe en el trato con clientes?
R. La incertidumbre es alta. La gente no tiene una opinión muy clara sobre si debe comprar o vender. Dicho esto, si nos fijamos en las últimas semanas, el mercado ha subido mucho, pero no creo que muchos inversores hayan ganado dinero en este repunte. Hubo una fuerte liquidación que obligó a reducir posiciones, lo que significó que se quedaron sobre todo en liquidez, con el pesimismo tocando máximos a mediados de abril, tanto en las Bolsas como en el dólar. Luego, con las noticias positivas sobre aranceles, los inversores persiguieron el repunte.
P. ¿Cuáles son las mayores preocupaciones?
R. La primera es el déficit de Estados Unidos. Ha habido subastas de deuda que no han salido bien, y los rendimientos han subido drásticamente. Un aumento de los rendimientos [en mayo, el bono a 30 años llegó a alcanzar el 5%] afectaría a todos los mercados, así que ese es el tema principal. En segundo lugar, citaría la desaceleración del crecimiento. Muchos apuntan a que los aranceles serán negativos para la actividad, pero si nos fijamos en los datos clave, estos siguen siendo correctos. Las cifras de desempleo son muy positivas. Es cierto que el dato de PIB del primer trimestre no fue bueno, pero es poco fiable porque los aranceles han hecho que se anticipen inversiones. Lo que le importa a la Reserva Federal es la tasa de desempleo, que sigue siendo muy baja. La gran pregunta que se hacen los inversores es: ¿tendremos una recesión, una desaceleración? Y, sobre todo, ¿cuándo?
P. ¿Estamos ante el fin del excepcionalismo estadounidense?
R. La era del dólar fuerte ya pasó. Pero también creo que no se va a debilitar repentinamente frente al euro o la libra. Mi argumento es muy simple: supongamos que soy un gran inversor institucional en Japón o Asia y quiero diversificar mi cartera más allá del dólar. Para un inversor con un horizonte de 10 años, no es obvio querer enviar todo a Europa, que tiene sus propios problemas. Podemos hablar del envejecimiento demográfico. Podemos hablar de la productividad. Incluso en el ámbito político, muchos países se están inclinando hacia la derecha. Así que no es obvio querer invertir todo en euros. El Reino Unido también tiene sus propios problemas. El panorama de crecimiento no es muy prometedor. Como tampoco es obvio apostar por el yuan chino. Así que no creo que sea fácil para los inversores alejarse del dólar.
P. ¿Cómo ve a la India?
R. Voy todos los años, allí está mi familia. Estuve en marzo, y soy muy optimista. Se trata de una población joven, con estudios. Y todos hablan inglés, al menos la generación más joven. Pero no solo es la demografía. Además, se ha invertido mucho en infraestructuras, y la clase media está en pleno auge. Si voy a un centro comercial en la India, está lleno y la gente compra, aunque las cosas cuesten casi lo mismo que en el Reino Unido. Si voy a un centro comercial en el Reino Unido, las tiendas no venden tan agresivamente. La razón por la que soy positivo es que el crecimiento no está impulsado por los ricos, sino por la clase media, y eso es mucho más sostenible.