sábado, junio 21, 2025

Un cierre de curso marcado por el miedo a las redadas en las escuelas | Inmigración en Estados Unidos

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Queda apenas una semana del curso escolar, pero las maestras de Sunset Park no bajan la guardia. En el barrio situado al oeste de Brooklyn, conocido por su riqueza y diversidad cultural, donde entorno a la mitad de los residentes son inmigrantes, este jueves tres docentes de una escuela elemental local patrullan las calles de la zona en busca de agentes de inmigración. Aprovechan que es festivo para pasar la tarde vigilando el área, después de saber que la policía de inmigración había estado realizando arrestos a unas cuadras de su colegio.

“Se han visto por estas calles, en furgonetas blancas y grises, o en SUVs negros que tienen matrículas pero que no se ven registrados como carros federales”, asegura María, una de las maestras, que prefiere no dar su apellido ni el nombre de la escuela en la que trabaja para proteger a sus alumnos. Se refiere a las calles que rodean el parque central del barrio, que se extiende desde la Quinta Avenida a la Séptima, de oeste a este, y desde la Calle 41 a la 44, de norte a sur. “Se ven sobre todo los fines de semana, pero yo los he visto también durante la semana, dando vueltas a las cuatro de la tarde, cuando los niños salen de la escuela. También se ponen cercas de las paradas de metro”.

MAPA

De acuerdo con María, y con otros avisos en las redes sociales, la actividad del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) en Sunset Park se ha concretado en la Quinta Avenida, la principal arteria del barrio, repleta de restaurantes, fruterías y otros negocios latinos. A una cuadra al oeste, en la Cuarta Avenida, hay más de 10 centros escolares, incluido el de María. La proximidad de los agentes a tantos colegios ha puesto en vilo a la comunidad, que teme que en cualquier momento puedan realizarse arrestos en las escuelas.

Hasta el momento, no ha sucedido. No se ha sabido de ningún instante en el que agentes de inmigración hayan entrado a una escuela para detener a un estudiante, ni en Nueva York ni en el resto del país, desde que Donald Trump volvió al poder en enero pasado. En California, intentaron acceder a dos escuelas elementales de Los Ángeles en abril, pero se les negó el paso. En el cierre de este curso se ha visto a agentes de inmigración merodeando cerca de graduaciones y otras actividades marcando el fin del año escolar.

El miedo a la posibilidad de que se hagan detenciones dentro de los colegios se ha ido expandiendo como la pólvora desde que el presidente revocó la directriz que designaba algunos lugares —escuelas, hospitales o iglesias— como “locaciones sensibles”, en las que no se permitían llevar a cabo redadas. El republicano luego también autorizó los arrestos en los tribunales de inmigración para aumentar la cifra de detenciones, fijando una cuota diaria de 3.000 capturas. En el último mes, cientos de personas han sido arrestadas durante sus citas judiciales a lo largo del país.

“El temor realmente escaló cuando empezaron a hacer redadas en las cortes locales. Tantos los papás como el personal de la escuela están alerta”, cuenta María. La maestra de kínder se preocupa por sus estudiantes y sus familias: de sus 15 alumnos, 11 son inmigrantes. Sabe que algunos de ellos son indocumentados o provienen de familias con estatus migratorio mixto porque los padres se lo han contado. En general, es difícil precisar cuántos estudiantes en Nueva York son indocumentados, ya que las escuelas públicas no registran el estatus migratorio de sus alumnos. Pero se sabe que desde el verano de 2022, más de 40.000 estudiantes inmigrantes se han inscrito en escuelas públicas de la ciudad como resultado de la reciente llegada masiva de inmigrantes a la Gran Manzana.

La ofensiva antiinmigrante de la Administración Trump ha tenido graves consecuencias en los alumnos inmigrantes y sus familias. María recuerda que en las primeras semanas del mandato del republicano, las ausencias se dispararon: “Los niños dejaron de venir a la escuela, o llegaban tarde por miedo a salir de sus casas”. Un nuevo estudio de la Universidad de Stanford pone cifras a ese ausentismo que tantos maestros como María notaron entre enero y febrero: la investigación encontró que las redadas migratorias durante esos meses aumentaron el número de ausencias diarias en un 22%.

El autor del estudio, el profesor Thomas Dee, se enfocó en los colegios del Valle Central de California, una potente región agrícola con una gran población inmigrante. El investigador analizó la parte sur de la región, donde el 70% del más de medio millón de alumnos son hispanos. Escogió cinco escuelas en la zona y examinó tres años de datos de asistencia escolar. Encontró que las ausencias aumentaron entre enero y febrero pasado tras una serie de redadas migratorias que comenzaron en la zona en los últimos días del Gobierno de Biden, pero que fueron percibidas como una señal de lo que estaba por venir bajo Trump.

Dee señala que el aumento de las ausencias amenaza el aprendizaje y el rendimiento de estos estudiantes, así como su salud mental. Su hallazgo, sostiene, puede entenderse como un “indicador principal del estrés amplio y perjudicial que estas redadas generan en los estudiantes y sus padres”.

Oficiales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, se retiran después de intentar sin éxito ingresar a un apartamento en persecución de un hombre hondureño cerca de Rockville, Maryland, el 6 de febrero de 2025.

Un simulacro de emergencia por si llega el ICE

Consciente del miedo entre los alumnos y el profesorado, la escuela en la que trabaja María estableció en febrero un protocolo de emergencia en el caso de que las autoridades de inmigración llegaran al colegio. El reglamento es uno de puertas cerradas: no se le permitirá la entrada al centro a ningún agente federal de inmigración que no presente una orden judicial firmada por un juez. En el caso de que presenten una orden judicial, esta será revisada por la dirección del instituto y se les permitirá acceder solo al vestíbulo.

Desde que se puso en marcha el protocolo, la escuela también ha realizado simulacros para comprobar que tanto los docentes como los alumnos saben cómo deben actuar si las autoridades de inmigración llegaran al centro. “De la manera que hacemos simulacros por otras emergencias, como si hubiera un tirador dentro de la escuela o cerca, también los tenemos por si llegara el ICE. Hemos hecho dos: uno solo con los profesores y otro con los estudiantes”, cuenta María.

Su escuela también tiene una política estricta para los padres y familiares que recogen a los estudiantes. Deben estar registrados con el colegio o proporcionar una especie de número PIN antes de que se les permita llevarse al niño.

Nueva York se ha comprometido a proteger a sus estudiantes inmigrantes ante las políticas del Gobierno Trump. Cuando en mayo el ICE detuvo a un estudiante de secundaria venezolano y peticionario de asilo mientras salía de una cita en un tribunal de inmigración, la canciller de las escuelas de la ciudad, Melissa Avilés-Ramos, insistió en que los centros de estudio de la Gran Manzana continuaban siendo lugares seguros para inmigrantes. “Seguiremos denunciando y defendiendo la seguridad, la dignidad y los derechos de todos nuestros alumnos”, aseguró.





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